Estos güeros son la prueba de que, como decía Chávela Vargas: “los mexicanos nacemos donde se nos da la chingada gana”.

La guapa mexicana

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Johannes Goschenhofer  cursaba la preparatoria en su pequeño pueblo de Hofheim en Bavaria, al sur de Alemania, cuando escuchó que llegaría una estudiante mexicana de intercambio. “Seguramente está muy guapa”, decían emocionados sus compañeros. Johannes finalmente la conoció y quedó prendado: “A primera vista me hechizaron sus ojos y su manera de hablar y moverse, tan elegantemente y con belleza…”. Había tomado un curso de español, pero esa chica fue el impulso definitivo para estudiar en serio nuestro idioma. Diez años después, Johannes se llama  también Juan de la Boca. Es profesor de español y vocalista de Los Pistoleros Güeros. Una agrupación que interpreta canciones norteñas y de banda, considerada como de culto, al menos por el diario alemán Mainpost.

maxresdefault-1Integrada por nueve músicos, entre los que se encuentran dos hermanos de Juan, Mauricio (Moritz) y Ulises (Ulrich), su discografía consta de los álbumes Medio súper chido y Vacilón. De la norteña clásica y sus acordes lentos, hasta la movidita cumbia norteña, los alemanes mezclan estos ritmos con otros como dub y ska. Sus letras aluden invariablemente a nuestra cultura. El más mexicano es Juan, quien prueba la sentencia de Chávela Vargas: “los mexicanos nacemos donde se nos da la chingada gana”. La legendaria intérprete de rancheras sabía de lo que hablaba, ella había nacido en Costa Rica. Así que nada más natural que escuchar en sus conciertos a Juan arengar a su público germano, en un español perfecto: “La próxima canción se llama Qué calor, cabrones… ¡quiero sus pinches manos arriba!” Y entonces el absoluto furor, una muchedumbre de rubias cabelleras bailando y saltando al ritmo de sus norteñas.

Alemanes hablando náhuatl

Stefan Bausewein; Fotograf; Würzburg; photography

Stefan Bausewein; Fotograf; Würzburg; photography

¿Cuál es el primer  recuerdo que tienen de la palabra México?, les pregunto a Juan y Mauricio vía Skype. Mauricio, trompeta de la banda y profesor de francés y español a nivel universitario dice: “Yo me acuerdo muy bien… Fue cuando mi abuelo me puso a deletrear Popocatépetl, tenía 4 o 5 años y así fue la primera conexión con México para mí”. El abuelo, de oficio médico, no sabía español y tampoco conocía el país, pero sí era un profundo curioso de la geografía y gustaba de retar a sus nietos con palabras difíciles de pronunciar para los alemanes. En tanto, Juan recuerda emocionado a esa chica llamada Pamela que llegó de Puebla en intercambio y a la que decidió cortejar a como diera lugar desde el primer momento que la miró. Pero es hasta el 2008 cuando Juan y Mauricio finalmente visitan México. Los sorprende la amabilidad de la gente que pareciera los conocen “desde hace mil años” y  quedan aún más deslumbrados por los matices del país. “Llega uno a México y su cielo tiene un azul increíble, los colores de la piel de las personas tienen gran diversidad. Si te vas a un mercado ves los colores y a nosotros nos parece una maravilla. Es algo a lo que no estamos acostumbrados.” Los hermanos viajaron alrededor de un mes por el país y volvieron a Alemania tienen una sola certeza. “Dijimos: a güevo, queremos ver cómo se siente vivir en esa tierra”, recuerda Juan.
En un intercambio escolar de un año, Mauricio parte a Chile y Juan a México.

El nacimiento de un cantante

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Juan llegó a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, donde se hizo muy amigo de tres chicos: Fernando,  Antonio y Darío, con quienes se escapaba de juerga. “Ellos me llevaban a cantinas, bares y karaokes. Lugares muy sencillos, muy humildes, como de pueblo… y me decían, güero, échate una rola. Y así me aprendí una, como de cortesía. Y después me aprendía otra y otra…”, explica.
Originarios del sur y centro del país, los amigos de Juan lo llevaron a sus poblados de origen. De ahí viene ese tono que Juan le imprime a algunas de sus rolas y que nos recuerdan, sobre todo, a los pueblitos del sur de México. Como en la introducción de su canción Me pongo loco, que inicia
: “¡Quiubole primo! ¿Qué pasó con la chica? Nada, unos besos nomás

”.


Tiempo después conoció a otros estudiantes de Sonora y Chihuahua que le enseñaron que la forma correcta de hablar es, por supuesto,  la del norte. “Desde el principio me caían muy bien porque eran muy abiertos, un poco más alegres, igual con su tono de hablar. Entonces me enseñaron como se decían las cosas, como con cariño. La ch, no se pronuncia igual, no es ch sino sh. No es chulo sino shulo.” Se le quedó bien grabado pues, a decir verdad, Juan no habla español, sino un mexicano que abarca los modismos y  tonos que van de sur a norte de la república.

“La próxima rola se llama la Cumbia del Rio, está bien shula, eh”, suelta en un concierto
. De botas, sombreros y camisas norteñas, no pocos de la concurrencia creen que en verdad son mexicanos. Y lo son, aunque sin certificado oficial. Juan lo explica con la nostalgia de la nueva nacionalidad adquirida: “En un concierto me siento un poco en casa y comienzo hablar con el acento.”

La abuela europea de las norteñas mexicanas

La primera vez que Juan y Mauricio escucharon en México la música norteña se les hizo lejanamente familiar. No era para menos, la polca es muy tocada no sólo en el noreste de México sino en varias partes de Latinoamérica. Tiene sus orígenes en Bohemia, república Checa. Aunque Los Pistoleros Güeros la reivindican para el sur de Alemania, de donde son originarios. En México la polca, a través de los años, fue adquiriendo una originalidad y vitalidad propia que terminó caracterizando musicalmente a toda la franja septentrional del país. Para Juan y Mauricio no pasó desapercibido ese lejano eco venido de su tierra y por eso terminaron haciendo tan suyas las norteñas.

Nacidos en una familia donde la música era central, sobre todo la clásica, los hermanos aprendieron a tocar varios instrumentos: el piano, la batería, contrabajo… Finalmente, Mauricio se quedó con la trompeta y Juan comenzó a cantar. Una vez de regreso de México, es en la fiesta de un amigo quien les preguntó si podían presentar algo de música. Se juntaron cuatro o cinco personas y Juan les enseñó tres canciones rancheras que se había aprendido. “Nos la pasamos tan bien que nos gustó, después seguimos tocando esa música, y así fue creciendo la idea de formar una banda  mexicana y latinoamericana en general” dice Mauricio.
Pensando que en Alemania se cantaba mucho en inglés, decidieron mantener el idioma original de las norteñas, algo que para Juan tenía que ver con “desarrollar algo chido, propio, que no fuera superficial… algo que tiene un alma y esa alma la tenemos por suerte.”
Aún en los  pocos covers que  cantan en sus conciertos, por ejemplo Cómo me duele 
de Valentín Elizalde, se percibe su propio estilo y el frenesí que despiertan en sus conciertos lo evidencia. Sabiendo que cualquier tipo de música viene de la combinación de muchos estilos e instrumentos, y que hace que el origen de un género no tenga una nacionalidad precisa, Juan dice que no descartan experimentar con más ritmos como el son cubano o el vallenato.        

Los 43 estudiantes de Ayotzinapa

La violencia actual que vive México no pasa inadvertida para estos músicos alemanes. En su último álbum, Vacilón,  incluyeron un track llamado Ahí madre, donde hacen alusión a las desapariciones forzadas en nuestro país. “Esa canción la compuso nuestro percusionista,  Tomás Pérez, de origen puertorriqueño. Precisamente en la ocasión en que desaparecieron los 43 estudiantes. Todos estábamos en shock, pensando mucho en México. Ahí empezó la idea… Muchas madres ni siquiera saben qué pasó con sus hijos, es una cosa muy triste y de eso trata un poco esa canción… tampoco es político, pero hay que levantar la voz cuando algo no te gusta”.

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En ese sentido quiero conocer su opinión con respecto a los narcocorridos, una vertiente de las norteñas.
“Respetamos mucho a los que se dedican a escribir acerca de un tema tan difícil como las drogas. Nosotros, sin embargo, nos enfocamos en otros temas para componer nuestras canciones.” Y agrega con respecto al nombre de su grupo que puede ser tomado con una connotación violenta. “No tiene nada que ver con armas de verdad, por supuesto, estamos en contra de cualquier tipo de violencia, es más en el sentido de que donde vayamos causamos un escándalo.” Sin planes inmediatos para tocar en México, Juan dice que es una de los principales objetivos de la banda. Aunque será en un mediano plazo, pues todos los integrantes, aparte de tocar, tienen trabajo fijo que hace que una gira por nuestro país tenga que ser planeada con mucha antelación.

Abajo los muros

Quizá la mayoría de los mexicanos recuerden de Alemania sólo a sus poderosos equipos que nos han dado más de un baile en el fútbol. Sin embargo, en estos tiempos trumpianos, Alemania ha sido el país más solidario con México en muchos sentidos. Su canciller, Ángela Merkel, ha criticado abiertamente el muro de Trump; la BMW no se amedrentó ante las amenazas del presidente norteamericano; el periódico Die Welt dedicó una portada en apoyo a México y hasta el equipo de futbol Borussia Dortmund nos manda mensajes solidarios.

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Mauricio dice al respecto: “La perspectiva que tenemos en Alemania es la misma que tiene el mundo y lo estamos viendo con mucha preocupación.  Trump está jugando con los valores humanos que crecieron en Estados Unidos hace siglos y toda la democracia humana está fundada en esos valores universales. Es un país de inmigrantes y vemos con mucha preocupación cómo los están expulsando, sobre todo con nuestros amigos mexicanos. A veces no sé qué decir porque me deja loco con lo que está haciendo él”.
En tanto Juan agrega: “Aquí sí hay muchísima solidaridad y podemos decir: México, únanse, hagan algo y enseñen güevos a ese tipo.” Varios de los integrantes de la agrupación afirman que crecieron con la sensación de no tener una patria ni tradiciones y que el viajar por Latinoamérica y conocer su riqueza cultural, les sirvió para valorar sus propias tradiciones bávaras.  Mauricio dice de ese viaje: “Fue impresionante, no se puede explicar en pocas palabras. Me enamoré de la cultura Latinoamericana y fue una experiencia para toda la vida”.

En YouTube hay un vídeo del director mexicano Carlos Prieto, dirigiendo la filarmónica de Frankfurt que interpreta el célebre Huapango de Moncayo. En los comentarios un indignado internauta posteó: “Este es el tipo de música por el que deberíamos ser reconocidos y no por la porquería de disque música de banda”. Paradojas de la vida, los alemanes, sobre todo los jóvenes,  también nos están comenzando a conocernos por la banda y las norteñas de Los Pistoleros Güeros.
Por cierto, Juan terminó cansándose con Pamela y actualmente esperan a su primer hijo.