“¡Yo no vine a matar a nadie, vine a morir por Puerto Rico!”

Primero de marzo de 1954. Durante una sesión ordinaria de la Cámara de Representantes de Estados Unidos; blancos relamidos discutían el porvenir hacia la Guerra Fría y la salida de la Segunda Guerra Mundial. Por las escaleras hacia la galería superior, iban ascendiendo cuatro latinoamericanos. Lograron burlar la seguridad de la entrada y corrían casi frenéticamente. Alvin Bentley, representante de Míchigan alzó la mirada desde donde dirigía la palabra. Me imagino que jadeando, gritó la líder del grupo: “¡Viva Puerto Rico libre!”, así, como se dice en español. Empezaron las descargas. Bentley fue el herido más grave, junto con otros cuatro representantes. Los demás alcanzaron a correr o agazaparse detrás de las sillas, mientras los treinta balazos que lograron lanzar eran contenidos por los guardias rezagados.

Aún hoy día, si se ve con cuidado, el escritorio principal de la Cámara tiene un agujero como del tamaño de un ojo, producto de esa ráfaga.

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Fueron apresados de forma indefinida, los primeros presos políticos en el continente. Cuando los capturaron, Lolita Lebrón, la líder del grupo, declaró: “¡yo no vine a matar a nadie, vine a morir por Puerto Rico!”.

Los cuatro protestantes fueron condenados a muerte. El presidente Truman rebajó la condena a cadena perpetua y los cuatro presos políticos más antiguos del continente fueron llevados a distintas prisiones federales. Años después bajo una intensa presión internacional, buena parte de ella nacida en nuestra patria mexicana, el presidente Jimmy Carter concedió el indulto a los cuatro, aunque Andrés Figueroa Cordero ya había muerto en una de las prisiones. Así, tras 25 años encerrados, salieron rumbo a Puerto Rico.

Un día como hoy pero de hace 37 años…

En 1917, el 1 de marzo, los Estados Unidos de Norteamérica, necesitados de fuerzas humanas para la Guerra Mundial, impusieron su nacionalidad a Puerto Rico, aprovechando las condiciones de pobreza y marginación de la isla. Desde entonces, Puerto Rico ha sido una colonia del Vecino del norte.

En  esas condiciones crecieron los cuatro actores del atentado: Con la planeación de Oscar Collazo y Griselio Torresola, los independentistas puertorriqueños, encomendaron a Rafael Cancel Miranda, Irving Flores y Andrés Figueroa Cordero, liderados por Lolita Lebrón, un par de premisas:

Asesinar al presidente norteamericano Harry S. Truman.

Captar toda la atención mediática internacional posible para dar a conocer el movimiento independentista puertorriqueño.

Lolita Lebrón era una jovencita, hija de un capataz de hacienda, que nadie creyó que llegaría a los 40 años, seguro ella la que menos, pero falleció a los 90 años en 2010. Cuando niña, se cayó en una zanja llena de agua y le dio neumonía; después de librar su sentencia a muerte con el indulto de Carter y volver como una heroína a la Isla, inclusive se paró enmedio de un campo de pruebas militares, como protesta, y vivió para contarla.

Feliz, seguramente, dijo respecto de sus intenciones

Tuve el honor de dirigir el acto contra el Congreso de los Estados Unidos el 1 de marzo de 1954, cuando nosotros demandamos la libertad para Puerto Rico y le manifestamos al mundo que nosotros somos una nación invadida, ocupada y abusada por los Estados Unidos de Norteamérica. Me siento muy orgullosa de haber actuado ese día, de haber contestado el llamado de mi Patria.

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Frágil e incontenible, la que fuera Reina de las Flores no cesó con ello su lucha. Militó en el Partido Independentista, y, como medio mencioné, logró que los yankees entregaran las instalaciones de Vieyques, un sitio de pruebas militares. Durante una sesión de detonaciones, Lolita logró cruzar la cerca junto con un grupo de activistas, despistar a los vigilantes, y pararse enmedio del campo. Quizo dios que no le pasara nada, detuvieron durante todo ese día las explosiones, y con sus mantas de protesta y todo, se la llevaron presa y estuvo así durante 60 días; eso fue en 2001.

Tanta repercusión mediática obtuvo, que se suspendieron definitivamente los ensayos bélicos en la zona y se le devolvió a los puertorriqueños.

Pásele, camarada

De camino, tras 25 años como presos políticos, tuvieron que pasar por nuestro terruño. Fueron recibidos en México por el Frente de Trabajadores de la Energía, mineros, electricistas y constructores a nivel federal.

Acompañados del dirigente de las minas de Nacozari en Sonora, reivindicaron la lucha independista de Puerto Rico y los movimientos sociales mexicanos, de los que, claramente, fueron un ejemplo a seguir.

LOLITA LEBRON