Un decálogo para las ediciones independientes, colectivos de arte, medios de comunicación, difusión, galerías, curadores, obras y sujetos:
- ¿Qué sentido tiene hacer una revista, para qué gastarse en escribir un libro, en montar una galería? Sólo la verdad y la belleza pueden hacer de este mundo un lugar más habitable, y menos permisivo para los idiotas; en el arte, en la ironía, en la crítica, recuérdenlo bien, se encuentran formas incuestionables de estos valores: “el poeta encenderá la hoguera/ donde se queme este mundo sombrío”.
- Ajenos a cualquier afiliación, negados a las categorías, indiferentes a la fama, al reconocimiento, aquellos que comunican cualquier cosa tienen esa simple tarea, señalar, imponer sus ojos; quienes buscan dinero como único fin no son más que unos oportunistas; quienes desean el aplauso, unos payasos. Que coexistan el producto y el sujeto, pero nunca se sea sólo un producto.
- Siempre es motivo de gusto encontrarse con medios, personas o grupos con objetivos similares a los propios. Se debe ser plural y exponer la individualidad desde esa pluralidad; el ego superior, que conciba a los que van en su camino como competencia, está destinado a hablar solo, y ser escuchado por oídos tan necios como los suyos. La competencia es nefasta, así como el solipsismo. Que arda el club de la chaqueta mutua; es ridículo querer ser el monarca municipal del arte, pues sólo a eso se llegará.
- Los quiero atentos a todo, al pasado y al presente. Aquél que se case con una doctrina no podrá ver más allá de sus narices y, cuando alce el rostro, desconocerá el mundo que surgió a su alrededor, lo negará. Vivan Virgilio, Catulo y Propercio; vivan los pintores actuales, vivan los ilustradores, la tradición literaria, el ceguetas de Borges, en medio de nosotros Bonifaz como un Dios, que Beethoven se baje del pedestal: la vida es aquí, en el mismo nivel todos contra todos.
- Que los mensajes se comuniquen sin piedad. Si crees que alguien es demasiado tonto para entender algo, mejor no le digas nada. Para lectores que sólo quieran leer minificciones y textos de menos de una cuartilla están hechas las etiquetas del shampoo; léase cagando el TvNovelas. No cedan ni un caracter, ni un espacio, ni una coma.
- En la libertad se encuentra la capacidad de romper las paredes que cercan la vida; libertad en el lenguaje, escriban como quieran, para conservarse están los bosques; la lengua que cambie, debe ser perra sumisa y redentora, también la mano que dibuje, también la voz que cante.
- “Ven acá: te quiero capaz
de hacer que haya gatillos en tus frases,
gatillos que, orientados por la mira
del sapiente coraje,
sorprendan a pupilas y entusiasmen a tímpanos
con la deificación del ruido (en el estruendo)
que extraerá de las ruinas otro mundo
con las manchas de sangre
de lo recién nacido.” - Disciplina, constancia. El caos es la medida del espacio posmoderno. Hay que tomar el ser propio y modelarlo, trabajar en él hasta que sea lo mejor de sí posible. Todo talento que no se desarrolla se pierde, toda vocación y deseo contiene un talento. Es ingenuo creer que con un incendio interior se puede producir una hoguera; hay que hacer las cosas lo mejor posible o se consumirán sin producir nada. La cosa no es tan fácil, no es tanto un juego.
- Entender nuestro lugar en la transición de los tiempos y aceptar a los monstruos mediáticos como consecuencia, nunca como un fin. Los copiosos garabatos en la pared del baño público de la cultura pop son la copia mal ejecutada de los que se atrevieron a crear antes que someterse a las expectativas de un público que nunca sabe lo que quiere. “Porque a partir del momento en que el artista empiece a preocuparse por complacer las demandas de la gente, del público en general, deja de ser un artista y se convierte en un comerciante o en un artesano”, decía Oscar Wilde, yo’.
- Siempre déjalos queriendo más…