Entrevista por José luis H.

Sin exagerar podríamos decir que Edgar Clement es condición de posibilidad para la escena del cómic en México, tal como hoy la conocemos. Con un estilo en eterna evolución, las obras de Clement son evidencia de su vastísima cultura gráfica y literaria. En 1993, con unos amigos, fundó “El Gallito Inglés”, donde debutaron muchas de las actuales figuras del cómic y la ilustración mexicana. Ha colaborado con tantas revistas que sería una necedad mencionarlas todas, fundó El Taller del Perro, escribió Operación Bolivar… podríamos hablar todo el día sobre Clement, por eso mejor lo entrevistamos:



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Actualmente en qué has trabajado más?, ¿cómic o ilustración?
Ambas. Pagado: ilustración. Por mi cuenta: comic.

¿Cual fue tu primer trabajo remunerado?
Trabajando para sonideros. Admiraba a Ruelas y Racrufi y quise seguir sus pasos. Pocos me compraron algo. Es más, creo que solo un dibujo: el Estudio 54, de la Agrícola Oriental me compró uno. Luego, trabajé haciendo calcomanías pirata. Esa fue mi escuela de tipografía. Tenía que hacer originales para serigrafía de logotipos que aparecían en revistas.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones en la industria editorial?
Fue en la prensa escrita. En el suplemento cultural El Búho de Excelsior y en Histerietas de La Jornada.

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¿Qué te llevó a dibujar tu primer cómic?
La convocatoria para un concurso que apareció en la revista Bronca. Empecé a dibujar mi historieta y Bronca desapareció, hice un par de páginas y me quedé con el gusanito. Aunque parece que ya traía el asunto desde niño. Una vez encontré una plana de lotería en cuyo reverso había dibujado una tira cómica. Tendría unos 5 años de edad cuando hice eso, también un Ultramán en vista frontal y lateral. La verdad es que me gustaría saber dónde aprendí a hacer eso. Perdí esas cosas. En una de esas las tiene guardadas mi madre.

Platícanos de El Gallito Inglés, ¿quienes la formaron? ¿Cuales fueron los proyectos editoriales previos?
Antes de El Gallito Inglés existió El Gólem. Empezamos en ese proyecto Pepe Quintero, Eduardo Rocha y yo, luego se agregaron Ricardo Camacho y Ricardo Peláez, y luego la gente de El desván de los cómics, una especie de club de lectores que contaba con algunos talentos: Bef, Pepe Rojo y Nacho Peón entre ellos. El grupo lo lidereaba Eric List. Al final hubo una división muy fuerte sobre la manera como visualizabamos el proyecto y nos salimos Pepe, Eduardo, los Ricardos y yo. El Gólem salió sin nosotros, y llegó como al número 3 o 4. Luego anduvimos un rato a la deriva y entonces nos encontramos a Víctor Del Real, el fue el que nucleó a El Gallito Inglés. Así, El Gallito Inglés es fundado por Víctor del Real, los dibujantes a bordo eramos Luis Fernando, Avrán, Damián Ortega, Frik, Ricardo Camacho, Ricardo Peláez, José Quintero y yo.

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¿En qué momento decidiste salir del El Gallito Inglés?
Hubo un momento en que pensé que El Gallito debería convertirse en una empresa, en una pequeña editorial, que nuestra etapa de resistencia ya había pasado y que era hora de lucrar y generar dividendos para pagar el desarrollo de la revista y de paso pagar las colaboraciones. Víctor no pensaba así y mejor decidí salirme. Tambien en general estaba un poco desencantado de todo (creo que aún sigo desencantado de todo), y decidí dedicarme a la ilustración comercial para hacer dinero. Entonces abandoné a El Gallito. Y abandoné todo lo que tuviera que ver con historietas. En un be-rrinche muy típico en mí regalé muchos de los cartones de Operación Bolívar. No quería saber nada de comics.

¿Consideras El taller del Perro como un heredero del Gallito Inglés?
Lo veo más como un sisma. Yo no fuí el único que buscaba crecimiento. Todos querían hacer un libro con el material acumulado en El Ga-llito. Víctor se negó a hacerlo bajo el sello del El Gallito, pero sin obstaculizar. Víctor cedió los negativos para que cada quien hiciera su libro y poco a poco se fue haciendo un sisma. En breve, Pepe Quintero, Frik, Ricardo Camacho y Ricardo Peláez fundaron el Taller del Perro para hacerse de una especie de territorio neutral donde además se pudieran hacer talleres, recibir clientela, atender visitas, y etcétera, etcétera. Cosas que, por la personalidad de Víctor, eran un poco difíciles en las oficinas del El Gallito.

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Por aquél entonces se publicó Operación Bolivar, ¿cómo fue ese proceso?
Cuando me integré a El Taller del Perro parte del plan era que editáramos nuestros libros y los promoviéramos nosotros mismos. Víctor nos facilitó los negativos, en verdad nunca se opuso a que el sisma se diera. No había dinero, pero apareció Sairy Karp, una amiga que quería hacer Ediciones del Castor, una editorial que promoviera cosas más lúdicas. Se trabajaron algunas cosas con ellas, pero lo importante es que salió la edición Taller del Perro/Ediciones del Castor. 1000 ejemplares, se vedieron de mano en mano y se agotaron.

A 10 años de distancia, ¿cómo se ve el narco de Operación Bolivar comparados con los reales?
Leonides Arcángel es un narcomenudista: bastante naïve comparado con los actuales, yo lo comparo con un freelance. De allí en fuera, todo el asunto de la conspiración trasnacional creo que sigue intacto, aún pienso que el narcotráfico es una razón de estado para los USA, y no se diga para México.

Un año después, en 2001 te invitaron a una residencia en París, ¿quién te invitó y cómo fue?
Por ahí del 2000, llegó al El Taller del Perro Erik Samson, un chaval francés que estaba estudiando Promoción Cultural Internacional en la Sorbona. Estaba haciendo su tesis de maestría en torno a la historieta latinoamericana. Luego, cuando regresó a París propuso al ayuntamiento de París invitar a El Taller del Perro a una residencia en Cité des Arts. El ayuntamiento aceptó, pero solo podía ir una persona, la que pudiera pagar el boleto de avión: yo. Los gastos de la estancia en París corrieron a cargo de la Mairie (el ayuntamiento) y Cité des Arts. De esa residencia salió la exposición BDMEX en el Centre Culturel du Mexique (creo que ya se llama distinto) en París.

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¿Dónde podemos leer más sobre los cazadores de ángeles?
En ningún lado. En algún momento sacaré un libro con todos los apuntes sobre cazadores que voy haciendo sobre la marcha. Se va a llamar codex nahual.

¿A quienes consideras tus maestros en la gráfica?
Rius, Fontanarrosa, Luis Fernando y Dave McKean.

¿Y en la literatura?
Rulfo, William Burroughs y Boris Vian. Aunque dos cuentos que me inflyeron determinantemente fueron Un señor muy viejo con unas alas enormes, de Gabriel García Marquez, y El general derribó un ángel, de Howard Fast.

¿Hay planes de imprimir Los Perros Salvajes?
Desde luego, en cuanto lo termine.

Nos han platicado de la censura de SEGOB a cierto tipo de publicaciones, ¿tú cómo ves?
Pues a mí me tienen clasificado como pornógrafo desde tiempos de El Gallito, y no dudo que hayan detectado mi participación en El Chamuco. La verdad nunca he sufrido de censura. Sólo en Excelsior, Jaime Lubet en Revista de Revistas me recortaba mis cartones anti-Bush, pero es que el viejito era bien pro-gringo. Me caía bien por decadente, la verdad nunca me ofendió que le metiera mano a mis cartones.

¿Cómo definirías a la escena del cómic mexicano?
Después de Festocomic… al menos ya sabemos que existe. Antes de Festo dudaba siquiera de su existencia. Ahora bien… depende de que los autores nos mantengamos produciendo para que esta escena siga existiendo primero, y luego descolle en algo mayor. la moneda está en el aire.

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