Raúl Zurita. Chileno. El Pacífico y Los Andes. No cree en la literatura, cree en el “gesamtkunstwerk”—arte total— y lo lleva a sus últimas consecuencias. Su “performance” literario va desde quemarse la cara con un metal incandescente o echarse amoniaco en los ojos, pretendiendo quedar ciego, hasta escribir con avionetas un poema en el cielo neoyorkino o a poetizar el desierto de Atacama.

El País de Hielo

                   El desamor congeló entonces el Pacífico
uno frente al otro sus paredones eran
dos enloquecidos témpanos estrechándose

Se congeló entonces la inmensidad del océano   se abrió
de un tajo el abismo de las escarchadas aguas y el país
que fue nuestro se dibujó como una lejana línea de hielo
azulosa   bordeando los glaciales murallones del Pacífico

                   Del amor helado se escarcharon entonces las aguas
y era el Pacífico glaciándose

                   Como si el aliento de todos los hombres se hubiera
escarchado en sus bocas y esos infinitos alientos
congelados fueran el mar

                   Cuando el congelado cielo mostró las costas de un
país de hielo y sobre ella nuestras caras pasadas de
nieve    inmóviles    con los ojos fijos aún mirando
las antiguas olas

Todavía mirando el antiguo amanecer cuando el mar que
fue nuestro mostró las escarchadas rompientes y luego
la larga playa de un país congelado bajo los hielos    Fue
el poco amor   fue el aliento de sus bocas helándolo todo
parecían aún gritar nuestras bocas   desdentadas   caídas
como viejas carcasas de barcos hundidas en los témpanos.

El País de Hielo III

Acuérdate entonces del morado del
amanecer    de las luces del puerto parpadeando en la costra
congelada del Pacífico    del molo
enterrado bajo los glaciares
Las caras así    inmóviles bajo los
hielos   hombres    mujeres    niños
tirados al destripadero sólo porque
estaban a la mano
Nada hubo ni nada hay para ellos
Es sencillo:
yacen allí    únicamente recuérdalo

Miles de témpanos flotaban recortándose sobre la noche
como repentinos recuerdos   fulgurantes   iluminando la
playa muerta

Iluminando los inmensos estadios vacíos   los galpones
los helados campamentos cuando nos vimos morir y el
golpe del frío nos dejó pegados al borroso horizonte

Mostrando las congeladas barracas   las rotas graderías
las jaulas transparentándose bajo la escarchada costa
chilena   Lloramos   Matamos   Morimos   y eran los
grandes hielos que avanzaban borrándolo todo hasta
que sólo quedasen  los últimos glaciares   el último
océano   el último témpano cercando la asesinada playa.

El País de Hielo IV

Carnes congeladas colgando en los
frigoríficos    hombres    torsos
caras    muecas…
Colgadas de los ganchos igual que
animales antes de ser despostados;
las vetas blancas de la grasa como
nubes contra el rojo de la carne
el cuello trunco    los muñones de
las patas    las formas casi humanas
de las reses
Y al final el Infierno: bodegas de
barcos tiradas sobre los témpanos

Tiradas en el hielo    igual que destripadas panzas    las
carcasas de los buques cargueros Lebu y del Maipo se
iban borrando bajo la helada

Allí donde los glaciares se abren y es como un cuchillo
la noche hundiendo su filo entre los témpanos    aguzada
dura    partiendo la congeladas olas

Recortando los desmantelados cargueros   las reventadas
bodegas   las jaulas de hombres del Maipo y del Lebu
despanzurradas sobre los glaciares   Cuando se escarchó
la noche y los solidificados murallones del Pacífico se
estrecharon allí donde es una nevada el mar y otro mar
asesinado nos mira   infinito   congelado   cubriéndonos

El País de Hielo V

Recuerda entonces la bodega del
carguero y el pedazo de cielo que
dejaba ver la cuadrada escotilla
abierta en el techo
Recuerda el color del amanecer
del mediodía    de la roja tarde
recortado en esa escotilla
Y recuerda el viento polar de la
muerte y sus témpanos helando
la bodega
Nada    sólo la silueta de un barco
en el cubo de hielo de la noche

Fantasmales   sepultadas en el gigantesco cubo de hielo
de la noche    todavía se alcanzaban a ver las cumbres
chilenas

Como pañuelos detenidos en el instante de la despedida
y era como un soplo el viento polar de la muerte que
congeló a la noche

Que congeló el cielo y bajo el cielo las cumbres y detrás
de las cumbres el mar y luego el muelle de un puerto
las inmóviles grúas   el laberinto de los molos  y al final
fulminante    inmensa    la oscura silueta de un carguero
ocupando el lugar de la noche   de la noche fatal de Chile
escarchada   cubriendo la membrana azul de las montañas

El País de Hielo VI

Y los témpanos cruzaban el cielo
como arrugados paños para abajo
blancos    rindiéndose ante la noche

Como si el sueño o los gélidos vientos o su propia locura
los hubiera subido incontables témpanos surcaban el
cielo chileno   igual que cordilleras dadas vuelta   con las
cimas para abajo    fosforesciendo en la congelada noche

Y era como un mar congelado la noche bajo los
témpanos

Y los témpanos flotando sobre la noche parecían
estrangulados paños   parecían estranguladas
banderas blancas   rindiéndose

Cuando la blancura de los glaciares se tendió
como una bandera blanca y demasiado rotos
demasiado vencidos    demasiado quebrados
lloramos rindiéndonos ante la congelada noche

Ante los hielos muertos     ante los invertidos témpanos
que tapan por completo el cielo igual que arrugadas
montañas para abajo destellando en la noche   Allá
donde todo se hiela y son las banderas blancas de un
Dios que se rinde esas cordilleras quebradas    esas
partidas cumbres    esos inmensos glaciares rompiéndose