Imagínate que hoy lanzas una moneda a una fuente y pides un deseo: “Quiero ser presidente.” Se te cumple y mañana despiertas junto a una triste y desmaquillada Angélica Rivera. Eres Enrique Peña Nieto y te queda menos de un año para hacer realidad todas esas políticas públicas que has explicado a detalle en tus enojados comentarios de Facebook. ¿Crees que harías un mejor trabajo?

Si eres mujer, esta serás tú.

Si eres mujer, así te verías.

La respuesta parece obvia. Cinco años de memes nos han hecho pensar que Enrique Peña Nieto es un pendejo, pero tú eres más listo que Internet. ¿Realmente crees que el hombre más poderoso de México es un tonto? ¿Entonces cómo explicas que él sea presidente y tú no? Y no me vengas a decir que él tuvo suerte de nacer en Atlacomulco, porque Zedillo era un egresado del Politécnico y Vicente Fox un empleado de Coca-Cola, y ambos llegaron a la presidencia.
Entonces, ¿por qué Enrique Peña Nieto no ve esos problemas del país que para ti son obvios? ¿O por qué no los resuelve? ¿Es Quique un apuesto súpervillano?
Desde lejos, la silla presidencial parece omnipotente, pero antes de ponerte a solucionar todos los pedos del país, tienes que entender las reglas que gobiernan a nuestros gobernantes:

Las reglas del poder:

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Estas no, hablo de reglas de verdad. Leyes universales que, aunque no estén escritas, nadie puede romper sin arriesgar su corona.
Si quieres cambiar al país, debes entenderlas y seguirlas al pie de la letra. Y antes de que me digas “el cambio está en uno mismo, yo por eso reciclo y…” ahí te va la regla universal, de la cual se deriva el resto:

Sin poder no tienes nada.

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¿Quién cambió más leyes este sexenio, AMLO o Peña Nieto?
En papel, la responsabilidad de nuestros representantes es defender la ley, legislar por nuestros intereses y etc… En la vida real, su primera y única responsabilidad es asegurar y cuidar el poder. Piensa en tu vida antes de convertirte en EPN, todo lo que hacías para conservar tu chamba. Este trabajo es igual, pero más exigente.
Para no perder el poder debes seguir las siguientes reglas. Si un día tus intereses coinciden con los de tus súbditos, felicidades, serás un líder justo y amado. Si mañana, para mejorar al país debes romper cualquiera de estas leyes, te arriesgas a ser reemplazado.
Por eso, aunque Osorio Chong y Videgaray te confiesen entre cubas todos sus crímenes, no los puedes meter a la cárcel. Porque…

 

1: Nadie gobierna solo.

"Coman plomo, pinches narcos."

“Coman plomo, pinches narcos.”

Tú, Peña nieto, no puedes arreglar los baches de tu colonia o recaudar impuestos solo. Si mañana prometes combatir a la inseguridad, no te vas a poner tu traje de Batman para salir en la noche a madrear malandros. Tu único poder como gobernante es hacer que otras personas hagan lo que dices. Para eso necesitas de toda la sociedad, en mayor o menor medida.
Ese trozo de papel firmado por Venustiano Carranza en 1917 dice que todos los mexicanos somos iguales ante la ley pero, antes de que te pongas a legislar, debes ver a la sociedad en tres categorías:

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Los intercambiables somos yo y todos mis amigos con credencial de elector. Aún tenemos un poquito de poder a través de nuestro voto pero, si mañana decido no ir a votar, o votar por el Gato Morris, nadie me va a extrañar en las urnas.

Los influyentes son los que genuinamente escogen a su gobernante. Diputados, senadores, funcionarios, pero también empresarios y todo aquel cuyos intereses y recursos puedan influenciar las elecciones, de un modo u otro. Ellos son los que te van a ayudar a pasar tus reformas.

Entre esta gente están los esenciales, la gente a la que necesitas para sobrevivir en el poder. Con ellos, puedes recaudar impuestos, invertir en obras públicas y cambiar leyes. Sin ellos, no puedes hacer nada.

Esta misma estructura se encuentra en monarquías, dictaduras, democracias, corporaciones y cualquier organización humana con jerarquías.
No hay dos democracias iguales. El verdadero carácter de un gobierno lo define la proporción entre estos tres bloques de poder. Si tienes a muchos esenciales y a muy pocos intercambiables, tu poder es frágil y fácil de reemplazar. Si tienes a una docena de esenciales y a millones de intercambiables, no importa si todos ellos votan, tienes una dictadura.

2: El dinero sólo es tan importante como la lealtad que compra.

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Osorio Chong y Videgaray no están contigo porque les caigas bien. Si mañana les cuentas un mal chiste mientras te echas un pedo, aunque sea el más apestoso que hayan olido en sus vidas, ambos se van a reír a carcajadas. Ellos están contigo por poder y dinero.
A su vez, tú los necesitas a ellos y a sus empleados para mantener a la sociedad en orden y recaudar impuestos… para pagarles a ellos.
Podrías recortarle el sueldo a todo tu gabinete y a sus dependencias, pero entonces ellos buscarían la manera de reemplazarte por el primero que les ofrezca mejores sueldos que tú.
¿Entonces por qué no puedes cambiar a tu gabinete por santos y convencerlos de cobrar diez pesos al mes? Ahí te va otra regla:

3: Mantén felices a tus esenciales y ellos te mantendrán seguro.

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Cada miembro de tu gabinete tiene el mismo problema que tú. Si un rival le ofrece a los empleados de Osorio Chong mejores beneficios que los que él negoció contigo, lo van a sustituir.
Para mantener a tu gabinete leal y obediente, debes balancear cuidadosamente sus necesidades e intereses. Si aún no sabes cuáles lealtades valen más para mantener al país en orden, no te preocupes, el otro Peña Nieto ya te hizo la tarea con el presupuesto de este año:

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¿Notas como la Comisión Nacional de Hidrocarburos sufrió menos recortes que la SEP? No es que quieras una nación tonta, es sólo que, para recompensar a tus esenciales, el petróleo es más importante que la educación. Quítale todo su presupuesto a la Secretaría de la Defensa para construir museos y mira cómo el ejército se levanta en armas.

¿Y qué hay de la ideología, los partidos, sus propuestas? Unos son rojos y otros amarillos.

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Sí, el Partido Verde tiene un tucán en su logotipo, pero igual apoya leyes que promueven el maltrato animal. Piensa en los partidos políticos como en luchadores. La Parka no vive en un cementerio haciendo rituales satánicos, es sólo un wey panzón con máscara de calavera.
La ideología es una cosa muy bonita para no andar a ciegas cuando dejas de creer en Dios, pero no importa el color de la llama que arda dentro de tu corazón burócrata, nunca va a ser más importante que las urgencias del día a día.
Esta interpretación de la política es cínica y pragmática pero no nos la sacamos de la manga. En realidad es idea de Bruce Bueno de Mesquita, politólogo e investigador de la Universidad de Nueva York. Más que una idea, es el resultado de años de investigación y comparación de datos y estadísticas. Puedes leerlo a detalle aquí.

Librazo. Neta, si puedes, dátelo.

Librazo. Neta, si puedes, dátelo.

Analizar las acciones de los políticos desde sus intereses y necesidades personales nos da una perpectiva que el clásico conflicto de “rudos contra técnicos” nos oculta. De pronto, las acciones buenas, malas y tontas, se revelan como simples maniobras políticas.
¿Por qué hay distritos electorales? Para mantener un pequeño número de esenciales.
¿Por qué unos partidos están a favor de la inmigración y otros en contra del aborto? Para mantener un gran número de intercambiables.
¿Por qué hubo tanto pedo con la reforma fiscal? Para controlar la distribución del erario público.
¿Por qué los partidos “de izquierda” (¡JA!) le dan dinero a los pobres? Para recompensar a sus votantes.
¿Por qué la iglesia no paga impuestos y tú sí? Porque su lealtad es más importante.
¿Quieres saber qué pasa cuando no sigues las reglas? Mira a Javier Duarte.

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Ya sé, está cabrón. Yo también quería irme con un machete a la sierra y desde ahí empezar mi utopía, pero el mundo es como es, no como debería ser.
Estas son sólo las reglas del juego. Puedes mover tus piezas como quieras pero, para ganar, tienes que saber jugar. Aún hay otras herramientas para inclinar la balanza un poco a tu favor, como poder paramilitar y corrupción.
Si nos da tiempo, mañana te explicamos por qué todos los políticos mexicanos son corruptos.