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María Rubinke es una artista danesa que trabaja con porcelana. ¿Ok?

¿Qué podría salir mal?

Bueno, trabaja con porcelana y algunos pigmentos. Olvidé mencionar que sus esculturas son lo más escalofriante que he visto en mucho tiempo.

Su obra toma elementos tradicionalmente pasivos y tiernos (esculturas de niñas, pues), y no sólo las saca de contexto, las lleva a dar un largo paseo por el negro horizonte de algún disco de Canibal Corpse.
Ok, en teoría se trata de explotar los últimos remanentes del surrealismo y llevar a estas figurillas a expresiones que oscilen entre el deseo y el tabú (eso lo escribió la señorita, yo me lavo las manos).

¿No son encantadoras?
Ok, supongamos que tienen mucho trabajo que hacer esta noche y deben desvelarse, además disfrutan, de madrugada, la sensación de impotencia frente a un terror desconocido, oculto en la oscuridad de los pasillos, mientras avanzan descalzos hacia el baño. Si es su caso, pueden ver más trabajo de Rubinke en su perfil de la galería Hans Alf: aquí

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