No mames, ya la terminamos, la más hermosa posible de las Migalas se hizo realidad, es la primera de no sé cuantas y tiene regalos exclusivos en la preventa.
Gracias a toda la población que nos permitió realizarla, son lo máximo en el mínimo empaque.
Les dejo un pequeño adelanto del prólogo y lo demás se dijo ya ahí, ¡viva!:
Lectores del alma, bienvenidos a la Migala 11. Yo voy a darles el recorrido introductorio. Sin embargo, vengo a ustedes con las manos vacías. Intentaré explicarles, entre balbuceos, la revista que acabamos de hacer, pero no traigo citas rimbombantes, ni sobreinterpretaciones del por qué de todo esto, ni podría explicarles qué sucedió en el mundo para que se conjuntaran todos los colaboradores de este ejemplar impreso.
La tinta que da significado a este papel ha madurado por diez años en mi mente, desde que hicimos la última Migala impresa. Desde entonces, he traído de distintas partes del mundo muchas otras ideas afines. He conocido personas que refractan la realidad que observan, como el cristal que divide la luz: personas que reinventan el mundo al pensar en él y hablar de él. Y soy dichoso porque los pude invitar, y porque puedo poner sus textos aquí frente a ustedes. Espero que mi dicha los acompañe también.
Me apropio del plural que circunscribe a Mr. Kone, a Jose Luis, a Gala y a Andréi para decir que intentamos hacer una revista total: múltiple en disciplinas, geografías, y generaciones. Múltiple en búsquedas que tan sólo pretenden decirle al mundo una sencilla razón: que hay más formas de vivir, que siempre ha existido una corriente subterránea que no se ve pero que lo nutre todo, que no se oye por el torrente del medio dominante, pero que nunca se detiene.
Quiero que quien nos lea, avance por esta revista como quien camina por un sendero nuevo, y hace una pausa en alguna hoja un poco más enrojecida y se pregunte por qué influjo del sol obtuvo su color; deseo que recorran los textos como quien cierra los ojos en el camino para escuchar el río que avanza, paralelo, o como quien se pregunta cómo se verá la noche en este paisaje, tan tranquilo a la luz del día.
En fin, hacer una revista se parece un poco a planear la fiesta anual del pueblo. Preparamos el convivio, los fuegos artificiales, y los juegos chuscos, esperando que todos vengan de lejos a visitar a sus familias y amigos. Dispusimos ya la plaza principal para que se acerquen, siendo la hora correcta, a presenciar el ritual que nos reúne. Les dejamos nuestros textos e ilustraciones como quien deja exequias en el fuego, y después de la consagración mística, nos quedamos al baile que ensordece los oídos, y a los cohetes que deslumbran la vista. Y esperamos que disfruten la concurrencia.