Texto de Hugo López Araiza Bravo

Esta vez, Migala al servicio de la comunidad les trae una lista de los siete deportes bizarros más dignos de mención. ¿Por qué siete? En primer lugar, porque estamos comprometidos con el boicot contra el sistema decimal, pero lo más importante es que simple y llanamente hacer cosas raras no garantiza que merezcan aparecer en nuestras páginas. Para que dejen de preocuparse por los resultados de la liguilla, niños, allá afuera hay cosas más divertidas.

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Grecorromanas de camellos

Todos saben que hay carreras de camellos, que los jockeys son niños y que no los prefieren por su peso, sino por sus gritos como látigos. Lo que no saben es que hace unos dos mil años, las tribus turcas se hartaron de esos deportes de niñas y los pusieron a pelear. ¿El incentivo? Una camellita en celo a la vista de ambos. Antes de que salten los antitaurinos, antipalenqueros y antiamoresperros, las peleas no son sangrientas: los dos machos entrelazan sus cuellos y forcejean para tirar al otro. Pierde el que toque el suelo o huya. Los espectadores tienen que estar a las vivas por si huye en su dirección y porque suelen escupir jugos gástricos cuando están enojados. Como guarnición a esos eventos se come carne de camello y se hacen concursos de belleza… también de camellos.

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Goanna Pulling

Los australianos siempre han tenido demasiado tiempo libre. Afortunadamente para nosotros, lo utilizan para inventar deportes tan exóticos que nos distraen de escuchar su horrible acento. Uno de ellos es el goanna pulling, que traducido aproximadamente es jalón de iguana. No hay reptiles involucrados, el nombre lo sacaron de que los competidores se ponen frente a frente en posición de lagartijas. Ya acomodados, el réferi les amarra un cinturón de cuero a la nuca, da la salida y empiezan a jalar. El objetivo es jalar al otro más allá de la línea del centro o, en el mejor de los casos, hacer que muerda el polvo y de paso recibir un hebillazo en la propia frente. Los campeonatos se hacen en Wooli, donde también hay otros importantes eventos, como las competencias de cargar ladrillos.

Bungee-Jumping

Clavados en tierra

¿Conocen el bungee? Originalmente no era un deporte extremo, sino un ritual de madurez por el que tiene que pasar todo niño en la isla Vanuatu. Todos conocemos las premisas: te amarran una cuerda elástica al tobillo y te avientas mientras gritas como quinceañera para tener una experiencia de vida y fotos que enseñarles a los sobrinos. Allá las cosas son ligeramente diferentes. En vez de cuerda elástica y miles de arneses de seguridad se usa una liana realmente larga y habilidad en los nudos. Además, el objetivo no es rebotar como marioneta manejada por un niño de tres años, sino estirar la mano y tocar (sólo tocar) el suelo. Claro que todo depende de qué tan bien se midan las distancias. Los no merecedores son aplastados. Literalmente.

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Carrera de Escaleras

Cualquiera puede ganar el maratón de Nueva York. Es tan fácil que Barney Stinson lo hizo sin entrenar un solo día (true story). Además, las carreras en plano están sobrevaluadas. Los que quieren un reto también van a Nueva York, pero a la Quinta Avenida. Ahí se enfrentan a 86 de los 102 pisos del Empire State, el –otra vez– edificio más alto de la ciudad. Tienen que subir corriendo 1576 escalones. El récord son 9 minutos : 33 segundos, logrados por un australiano en el 2003. Tal vez la nacionalidad se deba a que hay una carrera similar en Melbourne, cuyo objetivo es el edificio Rialto (el más alto al sur del Ecuador). ¿El premio? Un boleto a Nueva York, para participar en la carrera de a de veras.

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Octopush

Otra vez los británicos demostrando su mariconez, que diga, su flema y caballerosidad. Como el hockey es propio de colonias barbáricas, lo llevaron a otro nivel de elegancia: bajo el agua. Se juega en una alberca de un par de metros de profundidad con snorkel, aletas, palos cortos y un puck. También se trata de llevar el puck hasta la portería contraria pegándole con los palos. Lo que no logramos investigar fue cómo rayos le hacen para no ahogarse si no traen tanques. Sospechamos que el portero tiene que salir a respirar de vez en cuando y es cuando anotan goles. Sobra decir que ya no es deporte de contacto. Si todo esto les está sonando al deporte más aburrido de los siete mares no tienen por qué preocuparse: como se juega bajo el agua no hay lugar para espectadores.

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Kaiju big Battel

Por fin llegamos al deporte bizarro preferido de la redacción. ¡¡Kaiiiju Bigg Battelllll!! (Favor de leerlo en voz alta con acento de locutor japonés). Se trata de la genial idea que se le ocurrió al equipo teatral Kaiju Studio de Boston de combinar lucha libre con películas de género japonesas. Por supuesto que sólo es un show, pero como toda la lucha libre sólo es un show, no vemos por qué no pueda ser también un deporte. Imagínense un encuentro de lucha libre, ahora imagínense que los contrincantes usan disfraces de Godzilla, Mothra, Ultraman, Megazords y demás criaturas pateatraseros que disfrutan recoger personitas para escuchar sus gritos de terror antes de aplastarlas. Y la cereza del pastel: imagínense que el cuadrilátero, en vez de la aburrida lona de costumbre, está poblado de edificios a escala dispuestos a ser despedazados en las batallas épicas. No hay nada mejor.

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Lucha de dedos

No, no es ese jueguito de primaria en el que se trataba de someter al pulgar de tus amigos. Esto es serio. En algún momento de los setentas alguien en un pub se cansó de perder jugando a las fuercitas con marineros mostachones y decidió revolucionar el juego. Lo que decidió fue que en vez de brazos se utilizaran las piernas, particularmente los dedos de los pies. Los participantes entrelazan los pulgares y se someten a las reglas de las fuercitas normales, incluso tienen que mantener el otro pie levantado. Hay campeonatos anuales en Inglaterra, patrocinados por Ben & Jerry’s. Ya van por el 33.