A finales del año pasado (2017) arribó a la gran pantalla la secuela del aclamado filme de culto Blade Runner (1982). El nombre de esta segunda cinta es Blade Runner 2049. En esta ocasión el director no fue Ridley Scott –él se limitó a fungir como productor ejecutivo– sino el canadiense Denis Villeneuve, quien ya se había adentrado previamente en el terreno del cine sci-fi con la película Arrival (La llegada en Latinoamérica) en el año 2016.
Blade Runner 2049 recibió buenas críticas en diversos sitios de internet: más de 80% en Rotten Tomatoes, un grandioso 8.2/10 en IMDB y un 89% en Metacritic. Además de numerosos artículos en revistas y periódicos de los cuales puede concluirse que, en general, se trata de un buen filme de ciencia ficción. Personalmente, la encontré cómo un trabajo exigente, dónde la trama da por sentado que el espectador se encuentra atento a lo que sucede y, sin embargo, no se trata de un filme pretencioso que requiere de ser un fanático del género para poder apreciar la película a plenitud.
No es un secreto que ambos filmes encuentran el fundamento de su argumento en una novela del autor norteamericano Philip K. Dick. La relación entre un libro y su adaptación cinematográfica suele ser complicada. Algunos creen que el cine triunfa sobre la literatura porque algunas películas logran representar cosas que difícilmente podrían ser concebidas por la mente del más ávido lector. Otros niegan esta postura, puesto que aseguran que el sentido poético de un libro es algo que escapa a representación alguna, y si ni la mente puede ver claramente lo que es, una cámara, mucho menos.
No importa qué opinión sea más de su agrado, o si tienen argumentos adicionales para sostener esta disputa, lo cierto es que, en este caso, Blade Runner y su secuela son abismalmente diferentes al libro donde encuentran, supuestamente, su mayor inspiración.
Éste no es otro que Do androids dream of electric sheep? Traducido al español como: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? y publicado hace ya muchos años, en 1968. Existen notables diferencias entre las películas y el libro; de manera muy general, podemos decir que en el texto están presentes numerosas tramas –algunos aseguran la presencia de hasta 16 historias diferentes– mientras que, por su parte, las películas se enfocan en una sola de ellas, y no obstante, no dejan de hacer uso de otros elementos del libro tales como el nombre del protagonista o su profesión.
Esto no quiere decir que la película sea pobre en comparación con el libro: si consideramos, Dick fue demasiado ambicioso con la novela, y de hecho, no concluye satisfactoriamente todas y cada una de las tramas planteadas. Si exigiéramos una adaptación fiel del libro, probablemente sería más fácil pensar en la producción de una serie de televisión, o bien, el desarrollo de una saga de más de 5 películas Blade Runner.
Dick no fue siempre la figura conocida, popular, y aclamada que es hoy en día. Al principio se le conoció cómo un modesto autor de ciencia ficción, entre tantos otros, ya que la publicación de gran parte de su obra se dio a la par que los grandes del género. Le tocó escribir a “la sombra” de importantes autores como Isaac Asimov y Arthur C. Clarke, entre otros. Además de que, a mitad del siglo pasado, acontecimientos cómo la guerra fría estimularon la imaginación de numerosos escritores dando como resultado muchísimas revistas y compilaciones de literatura de ciencia ficción; en otras palabras, Dick buscaba hacerse con un nombre en un género demasiado popular, y en esa medida, poco relevante para la crítica literaria de vanguardia.
No obstante, el reconocimiento le fue llegando paulatinamente, en algún momento fue nombrado por el mismísimo Stanislaw Lem –institución en la literatura sci-fi y también en las letras universales– como el único autor de ciencia ficción norteamericano que valía la pena. Sin embargo, la fama de Dick no se debe sólo a los diversos elogios de la crítica especializada, sino a las numerosas adaptaciones en televisión y cine que se realizaron a partir de sus novelas y relatos. Filmes como Minority Report (Spielberg, 2002), Total Recall (Verhoeven, 1990) o series de televisión cómo The man in the high castle (2015) son adaptaciones de la narrativa Dickeana.
Antes del estreno de Blade Runner, la obra de Dick contaba con una sola adaptación fílmica, un episodio de la serie británica Out of this world del año 1962, basado en su relato Impostor de 1953. "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" fue un título que llamó más la atención entre diversos productores, aunque sus derechos terminaron vendiéndose por tan sólo $2000 dólares y en manos del productor Michael Deeley quien era conocido por su trabajo en Italian Job (1969) y Deer Hunter (1978).
Deeley presentó el proyecto a un joven Ridley Scott, quien acababa de catapultarse a la fama por Alien en 1979. Scott asignó el trabajo de elaborar el guión a Hampton Fancher. Estas primeras versiones del guión no gustaron nada a Dick, quien manifestó efusivamente encontrarse a disgusto pues sus opiniones, prácticamente, no fueron tomadas en cuenta a la hora de hacer el guión. Dadas las dificultades con Dick y otros tropezones adicionales Fancher termino siendo reemplazado por David Peoples, quien se encargó de hacer la redacción final del guión.
La relación entre el autor, el cineasta, y el guión fue muy complicada. Hay numerosas anécdotas al respecto, entre ellas, se cuenta que Scott ni siquiera se tomó la molestia de terminar de leer la novela, desatando la ira de Dick. También se dice que Scott aconsejó a David Peoples no leer el libro completo con la finalidad de no distorsionar más la historia, que de por sí, se perfilaba complicada para un filme de sci-fi. Dick, por su parte, despotricó en más de una ocasión, a través de entrevistas y medios impresos, en contra de la realización de la película y lanzó epitafios cáusticos en contra de la industria hollywoodense. No obstante, con la versión de Peoples –que en realidad sólo pulió lo que Fancher había hecho– se llegó a una tregua, e incluso Dick comenzó a elogiar anticipadamente el filme en producción basado únicamente en la lectura del guión.
Hay una historia un tanto chusca que no está de más mencionar. El título Blade Runner no guarda relación alguna con la novela de Dick. Éste es el nombre de una novela del autor Alan Nourse, que, sencillamente llegó a oídos de Scott y terminó por gustarle. Se pagaron $5000 dólares por los derechos de la novela, $3000 más que por los derechos de ¿Sueñan?. Y hoy en día no es raro ver ediciones de la novela que ponen Blade Runner por título en lugar de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Seguramente Dick está revolcándose en su tumba.
De cualquier forma, la producción del filme continuó. Dick no logró vivir hasta el estreno de la película, no obstante, antes de la premiere fue invitado a ver 20 minutos ya grabados y cuando salió dijo estar contentísimo con el producto. Asegurando que no conocía de qué manera la producción logró meterse a su cabeza para extraer los escenarios y ponerlos frente a la cámara. Un hecho curioso porque el escenario de la película es más bien húmedo, y conglomerado, en la novela se habla de un mundo árido y casi fantasma. Si me preguntan, creo que Dick tan sólo se emocionó demasiado de saber que se haría una película basada, al menos parcialmente, en un libro suyo. Fue tanto su entusiasmo que dejó de importarle la casi nula fidelidad que el filme guardaba con su libro. O bien, esos 20 minutos que le mostraron fueron eliminados del corte final, proyectando algo que habría de tenerlo contento. Quién sabe.
Ahora que comprendemos un poco mejor la relación entre Blade Runner y ¿Sueñan? podemos hablar un poco más de la atropellada Blade Runner 2049. Fue de nuevo Fancher, guionista original, acompañado de Michael Green quién se ocupó de escribir el guión. ¿Por qué no llamaron a Peoples? No tengo idea, pero creo que fue una metida de pata.
La historia de ésta secuela no es en sí misma mala, el ritmo de la película, si bien a ratos es bastante lento, tiene lo suficiente de llamativo para mantener atento al espectador. Se plantean escenarios muy dickeanos, como la escena en que Rachel aparece frente a Deckard, momento que remite a novelas cómo Los tres estigmas de palmer eldritch y la pregunta por la coherencia de lo que es real. Pero, a la pregunta "¿guarda relación con la novela de Dick?" La respuesta sigue siendo un recalcitrante no, por más que aparezcan los replicantes, o el mismo Deckard.
La diferencia central entre la novela y las películas es explicada por Dick en una de las últimas entrevistas que pudo dar. Él asegura que el concepto del replicante fue trabajado de otra manera por Scott. Para Dick, los replicantes son seres con una naturaleza corrupta. En ¿Sueñan…? no son personajes que dan discursos bajo la lluvia, y que tampoco lamentan la proximidad de su muerte, sino que son violentos además de vengativos. Y si no, pregúntenle a Rachel y al pobre toro de Deckard. La pregunta que se plantea en la novela es, que por más humano que alguien luzca por fuera, un Nexus 6 construido a la perfección es un ejemplo paradigmático, es en realidad por dentro –y es esto lo que detecta la prueba Voight-kampff– lo que nos hace ser humanos. ¿Empatía? ¿Emociones? ¿Amor? ¿Dolor? Esa es la pregunta que Dick hace.
Scott, por su parte, nos muestra a los replicantes como criaturas necesitadas de un sentido, seres reflexivos, melancólicos, y en cierto sentido, muy humanos. El filme de Villeneuve nos muestra a personajes buscando su perpetuación, buscando hacer valer un supuesto derecho a la vida, y afirmando a su vez que probablemente la condición última de lo que es humano no se haya en el funcionamiento orgánico del cuerpo. Sino en algo más. ¿El intelecto? ¿Una determinada sensibilidad ante la muerte? Esas son las preguntas que Scott/Villeneuve lanzan.
En otras palabras, Dick busca que nos preguntemos por nuestra humanidad en nombre de qué tan reales son nuestras emociones a comparación de los replicantes; y las películas preguntan por nuestra humanidad en nombre de qué tan reales son las emociones artificiales y por nuestra capacidad de apiadarnos de ellas.
Considero que la dimensión conceptual de ambas tramas es completamente distinta. Además de que la novela contiene otras tramas, que, sin dudas dotan de otro sentido a la historia de Deckard y los replicantes.
Aunque no todo son quejas en el trabajo de Villeneuve y su equipo. Si bien no se trata de un elemento sucedáneo o circunstancial en la trama, el filme y el libro coinciden muy bien en el perfil del cazarrecompensas o Blade Runner. El solitario K. y Rick Deckard de la novela son muy parecidos. Ambos encajan con la figura del héroe trágico, siempre solo, esforzándose por conseguir algo y poniendo tanto empeño en ello que termina por ignorar qué es lo que realmente está pasando. Sus actos son parte de algo mucho más grande y que no puede cambiar fácilmente. La decepción de no ser el protagonista de la historia, aquel elegido, que habría de cambiar el curso de los acontecimientos.
Pienso que el hecho de que este filme se llame Blade Runner 2049 es meramente una estrategia de marketing. Lo cual no me parece mal, no obstante, probablemente hubiera sido más interesante que Villeneuve y su equipo desarrollaran esta historia fuera de tan enmarañado universo. Sin contratar a Harrison Ford, con nuevos personajes, y en general, una historia fresca. Así tendríamos una posible trilogía, películas llenas de acción y bien logrados elementos de sci-fi, en lugar de, probablemente, Blade Runner 2139 o algo por el estilo.