Tal vez la democracia funcione en la República de Platón, pero no en las cloacas de la Ciudad de México, mucho menos en este país erosionado por la ignorancia. Ya sé, la constitución dice que todos los ciudadanos somos iguales, pero la experiencia y el sentido común opinan lo contrario.
En la fábrica de gritos en las que esta época nos ha obligado a relacionarnos con nuestros seres queridos, ¿nunca te has encontrado con uno de esos comentarios que te hacen perder la fe en la democracia?
¿Tú estás de acuerdo con que el voto de este chango hispanohablante valga lo mismo que el tuyo? El problema es que él no es el único. Basta con echarse un clavado a la sección de comentarios del debate para ver el estado general del electorado chilango: devoción ciega, partidismo irracional, fanatismo político.
¿Con qué otro eufemismo digo que todo el mundo está bien pendejo?
Una democracia de idiotas es muy peligrosa. Esta idea no es mía, se le ocurrió a Sócrates antes de que un montón de idiotas votara por condenarlo a muerte.
Imagina lo siguiente: Un doctor y un vendedor de tamales compiten por la presidencia. El vendedor de tamales no tiene más mérito que sus antojitos, así que ataca a su contrincante diciendo “Miren a este hombre cruel, que les ofrece pócimas amargas y los pica con agujas. Ni siquiera los deja chingarse un tamalito frito todas las mañanas, como yo. Si me eligen presidente, encerraré a todos los doctores y todo el mundo comerá tamales diario.”
Una población informada votaría por el doctor. Los ignorantes votarían por el tamalero y acabarían en una nación de obesos.
Pero ya, dejemos de recordar la elección del 2012.
¿Cómo arreglar la democracia?
Sí, todos los mexicanos tenemos los mismos derechos, pero no todos merecemos la misma voz. Necesitamos una licencia para votar.
Mucha gente se queja de que en México no necesitas pasar un examen para obtener tu licencia de manejo, y con razón. Es muy peligroso poner a alguien al volante de un vehículo de acero de dos toneladas si no sabe cómo operarlo. Pero es aún más peligroso poner a un montón de tarados a decidir el futuro del país si no saben qué están eligiendo.
En un choque puedes matar a unos cuantos, un mal gobierno puede matar a millones. Pero ya, dejemos de recordar la elección de 2006.
No propongo quitarle el voto a los ciudadanos, propongo un examen. A la hora de sacar tu INE debes responder preguntas básicas sobre el país, la constitución y su historia. Al final recibes una calificación del 1 al 10 y esa es la cantidad de puntos que vale tu voto. Por ejemplo imagínate a este valedor:
Él se sacaría un dos, porque se sabe su nombre y el país donde vive, más o menos. Entonces su voto vale dos puntos. Pero si a ti te interesa mucho el futuro de tu país, estudias para el examen y sacas diez, entonces tu voto, un voto informado, vale cinco veces más que el de el otro votante promedio.
Luego hay otras causas que pueden restarte puntos. Por ejemplo, si cachan a alguien en un escándalo de corrupción, o los pazguatos que van a comentar este post sin leerlo. Para todos ellos, punto menos y una patada en los güevos.
Este sistema haría obsoleta la compra del voto, porque no importa cuántas tarjetas MONEX tengas, los votos que consigas valdrán menos que los de la gente que sabe que está de la chingada venderlo.
¿Es elitista? Sí, pero es el mejor tipo de elitismo. Si no te parece que el voto de alguien valga más que el tuyo, estudia.
Dicen que la democracia es el peor de los buenos sistemas de gobierno y el mejor entre los malos, pero puede arreglarse. Esta sencilla idea no requiere más que papel y lápiz y podría ayudar a reparar a la terrible clase política que décadas de estupidocracia nos han regalado.
Por cierto, ¿Cómo vieron anoche el debate chilango?