El primer hombre y la primer mujer viajaban al espacio en una misión impulsada por la Unión Soviética, un territorio construido por esquemas de utopías arquitectónicas. Mientras, Pietro Cardini, o simplemente, Cardin, creaba la tan espacial “Cosmo-moda”: telas y formas que aludían a una tripulación de cosmonautas.
En tanto el acuerdo entre la Unión Soviética y China se debilitaba. Cardin y su vanguardia había sido expulsada del imperio elitista de la Alta Costura, pero su intención de transgredir el sistema de la moda lo convirtió en el impulsor del “ready to wear” de las colecciones para caballero a las prendas unisex. Pasó de ser un diseñador de moda a ser un interlocutor entre la moda y los negocios en territorios orientales, dentro y fuera de la Unión Soviética.
Y así, Cardin se volvió un potente y vanguardista fenómeno industrial en el que su visión fue más allá de la indumentaria, con restaurantes, florerías y mobiliario, al tiempo que la Unión Soviética comenzaba a padecer, disolverse. Y por así decirlo, la historia en ocasiones se construye a partir de coincidencias temporales o espaciales.
Entretanto, Gorbachov discutía la extinción de tratados y el desenlace de la Guerra Fría, en otra parte un muro en Berlín estaba por caer, y la historia que apenas se escribiría tejía una alfombra para darle la bienvenida a Pierre Cardin y su multidimensional marca. En 1991, Cardín se convirtió en el primer artesano de la moda en entrar e instalarse en la ex Unión Soviética, seduciendo a la señora Raísa Gorbachov.
La descollante noticia sorprendió tanto, que los diarios y la prensa informaban desde tiempo antes de que sucediera la caída del muro de Berlín, la llegada de Cardin a los territorios soviéticos y con ello la evolución que este nombre le daría a la historia de la moda. Y así, Cardin preparaba a las costureras soviéticas en el atelier en París para llevar su visión a la URSS.
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