¿Cómo es que la sociedad avanza si tanta gente trabaja en detenerla?

¿Nunca te has preguntado por qué todos los pendejos piensan igual? ¿Y cómo le hace la sociedad para progresar a pesar de tanto animal con lenguaje?

Ahorita te explico por qué, primero quiero contarte una historia de acoso, callejero y en redes. También quiero explicarte por qué los hombres asustados por el feminismo habrían votado por Donald Trump.

Primero lo primero, ¿qué pasó?

Ahí tienes que Plaqueta iba caminando por la calle cuando un desconocido le gritó “guapa.”
Para sorpresa del taxista, en lugar de responderle “Gracias por el cumplido, completo extraño. Ahora tómame y hazme tuya.” Plaqueta lo denunció por acoso.
Lo más sorprendente de esta historia es que sí se hizo justicia y el improvisado casanova pasó unas horas en el Torito, por acosador.
¿Final feliz?

¿Cómo la ves, que no?
Cuando Plaqueta compartió su historia en redes, hasta se volvió Trending Topic por el tsunami de insultos y amenazas que le cayó encima. Ya sé, ahora mismo se te queman las habas por saltarte el resto de este texto y bajar a la sección de comentarios a decir que “no mira, lo que pasa es que…”.
Acuérdate que comentar un artículo, sin leerlo completo, es de putos. No seas puto.
Además, lo que opines, ya lo leí. Ya leímos de todo, desde el chiste acomplejado de que sólo los feos acosan, hasta amenazas acompañadas de datos personales.

Queríamos poner un tuit que vimos donde la amenazaban de muerte y hasta tenía la foto de unas balas. Ahí si lo ven, rólenlo.

El truco para no estar del lado equivocado de la historia, defendiendo lo indefendible, es entender que esto no se trata de ti.

“Chaaa, pero ps es ke si el taxista estuviera guapo, hasta se la habría mamado. Plaqueta nos discrimina por feos.”

Amigo machitroll, te entiendo porque, como tú, soy un cabrón narcisista al que las viejas no pelan. Pinche contradicción.
Pienso que el universo gira a mi alrededor, por eso el rechazo de este pobre taxista se sintió personal, como si me lo hubieran hecho a mí. Además el pobre cabrón es pobre, más que yo pero, da igual, es otra razón para ponerme en sus zapatos e imaginarme que este abuso de la ley del que estoy leyendo me pasó a mí.
MÍ MÍ MÍ MÍ MÍ.
Y no mames, cada película que he visto desde que era morro acaba con que el héroe se coje a la vieja más buena. Cada canción que escucho es sobre un wey que ama mucho a una entidad etérea, perfecta, angelical y bien chichona; o de una vieja desalmada que no correspondió a mis amoríos (los del cantante, pues, pero narcisismo) y merece un par de balazos, pa’ que le duela.

“Íralas, pero ellas también.” -Biblia del machitroll, 120:1

Y pues nada, pinche mundo, la torrencial lluvia de vaginas que me había prometido el Canal 5, nunca pasó. Esa caja de quinientos condones que me había comprado ya hasta caducó.
En las películas el bueno siempre se queda con la chica, como recuerdito de la aventura, para ponerla en su vitrina de trofeos; pero pinches feminazis, nos lo arruinaron.
Yo soy de los buenos, nunca me cruzo los semáforos en rojo, comparto memes de que Peña Nieto está bien pendejo y, cuando se me ocurre un comentario racista, me lo guardo para que nadie se ofenda, porque pinches negros, son bien sentidos.
¿Dónde está mi premio? ¿Dónde está mi güera nalgona chapada en oro para presumirle a mis amigos que sí tengo valor como persona y que hasta tengo testigos?
Además, ¡no ma, Pinche Plaqueta! Dice que el heteropatriarcado y la madre, pero hasta tiene más followers que yo. A la gente le importa lo que dice y yo, con todo mi privilegio de hombre mexicano, no consigo ni la atención de mis amigos.
¿Por qué, Dios, me tuvo que haber pasado este drama a mí solito y a nadie más?

“Chaaa, pero ps esque dice un tuitero que la Plaqueta hace siete años dejó impune a un amigo suyo que le dijo guapa. Pinche incongruencia y pinche doble moral.”

Si andas piropeando morras en la calle, lo que menos te importa es la moral.
Ahora imagínate que este antiquísimo piropo no hubiera venido de un conocido, en un ambiente controlado donde, rodeada de sus amigos, Plaqueta se sentía segura.
Imagínate que tienes razón y Plaqueta es bien mala, incongruente y doble moral, echa vergas violadoras a su licuadora (sigues tú) y se las desayuna cada mañana con un sabroso bebé hervido. Los hechos son los mismos: Un taxista la acosó, ella denunció, se hizo justicia y miles de hombres asustados brincaron contra ella para defender sus frágiles masculinidades.
Eso que haces cuando juegas al policía de la congruencia es una falacia ad hominem, es el último recurso del que se queda sin argumentos en una pelea y decide hacer berrinche. 

Y el primer argumento del mexicano, porque la SEP no nos enseñó de retórica.

Y ya sé que estoy bien pendejo y que la República es de Platón, también me apestan las patas, pero eso no hace mi punto menos válido.
Ataca a los argumentos, no a las personas. No se discute para ganar, sino para encontrar la verdad. Acuérdate que hasta los burros, de vez en cuando, tocamos la flauta.

“Chaaa, pero ni aguanta nada. Si nomás le dijeron guapa, ni que le hubieran gritado piruja.”

Una vez un amigo me aventó una concha azul en el Mario Kart y le dije “chingas a tu madre.” El wey se rió, yo me reí y él invitó las chelas.
Si mañana voy con el wey del OXXO y le digo, igualito que a mi amigo, “vas y chingas a tu madre” me habré ganado una putiza. Hay un lugar y un momento para todo.

Va otro ejemplo para los más lentos: En la prepa tenía un amigo con el que me daba pena salir en público porque era un pinche albañil y, cuando una chica guapa pasaba junto a él, la miraba a los ojos y le decía, en el tono más ñero y lascivo que te puedas imaginar “adiossssssss.”
Quién sabe por qué, pero su técnica de seducción nunca funcionó. Una vez hasta se ganó una cachetada y respondió “chiaaaa, pero si nomás me estaba despidiendo.” Cuando mi amigo notó mi mirada de reprobación, me dijo “ps es que ni modo de no decirle nada.”
No se engañen, amigos machitrolles. Lo del taxista no era un cumplido y mi amigo no se estaba despidiendo. El taxista no quería “hacerle el día” a Tamara y mi amigo no estaba tratando de ser educado. Ambos estaban marcando territorio como los mamíferos calientes que son, porque sabían que, como le podían decir “guapa” a una completa extraña, igual le podían decir “puta” o “chúpame la verga” y nadie iba a hacer nada al respecto.
Son esos detallitos los que te hacen sentir poderoso en una vida de la que sospechas que no tienes el control.

“Sí acosé, pero bonito.”

Y si sigues de necio con que debes defender tu derecho a la libre expresión, sal a la calle y dile “guapa” a un policía. A ver qué pasa cuando le digas “Ay poli, ni modo que le hubiera dicho puto. ¡Ay, en la cara no!”

“A ver si muy chingón, ¿por qué dices que los guardianes del status quo votaríamos por Donald Trump?”

Porque eres el producto de un sistema roto al que le conviene que seas un niño asustado en el cuerpo de un adulto con redes sociales.
¿Has tratado de convencer a un morro de que se coma sus vegetales? Es un dolor de huevos. Casi tan castroso como explicarle a un machitrol qué es el feminismo.

La buena noticia es que este sistema se está arreglando, la mala es que no hay nada que puedas hacer al respecto.
Cuando eras un niño y te dijeron que tus derechos terminan donde empiezan los de alguien más, pensaste “a huevo, tengo derechos”. Décadas más tarde, ya ni te acuerdas de que estos venían con obligaciones.
Por eso, cuando alguien más exige que respetes sus derechos, sientes que vienen a quitarte los tuyos.
Pero no te equivoques, machitroll. Puedes leer la Constitución hasta quedarte ciego y nunca vas a encontrar el párrafo que garantiza tu derecho a ser culero con otro ser humano en la calle.
Ese era un crimen hecho ley por la ignorancia colectiva, como la guerra, la pena de muerte y el PRI. Un error de la sociedad que estamos trabajando en corregir para hacer de este mundo un lugar más tolerable.
Nunca olvides que, en su época, gente más lista que tú defendía ideas como la esclavitud.

Por eso, si los hijos consentidos del status quo no tienen cuidado, un día vendrá un estafador a decirles que los errores del mundo que hacen la sociedad más cómoda para ellos, están bien; y que la gente que exige sus derechos, está mal. Como no son más que niños espantados, ven en cada cambio una amenaza. Y como están en una posición en la que antes el mundo exigía a un adulto, creen que deben responder con fuerza, para la que no conocen mejor sustituto que la violencia. Así, todos estos niños con corbata se ponen a hacer berrinche hasta que el que grita más fuerte, gana.

Por eso los otros niños buscan consuelo detrás de un hombre duro, que venga a defender sus privilegios y a gritar bien fuerte mientras el bando contrario trata de exponer su punto.
Le pasó a los believers de EPN, a los de Trump y a los de Hitler. Por no querer compartir sus juguetes, se los quitaron también a ellos.

Ahora sí. ¿Por qué todos los pendejos piensan igual y cómo le vamos a hacer para no extinguirnos como especie? 

Yo sé que tú tienes tu opinión, está muy bien. Qué chingón que cuando eras chiquito, Harry Potter y tu mamá te contaron que hay algo muy especial dentro de ti que debes compartir con el mundo para salvarlo de esa maldad en blanco y negro que lo acecha.
El pedo es que te mintieron. Al mundo, en su mayoría le vale verga tu opinión. Además la maldad no existe.
No es que tu opinión no valga o que sea inferior, es que, igual y no te has dado cuenta, pero esa opinión es la de alguien más. Un día te la chingaste para ganar un argumento y de tanto repetirla ya crees que es tuya. Las opiniones más fáciles son también las más comunes porque son obvias y rápidas de replicar. Se siente bien rico repetirlas como loro a tus amigos que piensan igual que tú y jalarse el pito unos a otros hasta quedar bien satisfechos y convencidos de que quien piense distinto está mal.
Por eso todos los pendejos piensan igual.

Tú tienes tus opiniones y nadie te las puede quitar, pero al curso de la historia no le importa lo que pienses. Puedes estar a favor o en contra, pero nos movemos hacia un futuro que hasta a ti te conviene.
Plaqueta tenía de dos sopas. O se quedaba callada y seguía siendo parte del problema, o denunciaba y se exponía a la conjura de los necios. Millones de decisiones diarias, como la suya, son las que mueven a la sociedad para corregir lentamente sus pendejadas.
Ese taxista se morirá enojado y seguro de que sufrió una injusticia, pero al menos se la va a pensar dos veces antes de volver a acosar a alguien más. Hasta esos que ladran bien fuerte en Twitter se van a portar mejor cuando salgan al mundo real. Y así es como, a regañadientes, la humanidad progresa.