Un reportaje de David Enríquez
Para preparar el número negro de la Migala me dispuse a conseguir literatura policiaca y negra de todo género. La mitad de lo que encontré me pareció más bien basada en estereotipos, desde policías ebrios, grotescamente corruptos, hasta arcángeles defensores de la libertad y la justicia civil. También los procesos que sigue la justicia para ser ejercida en el país se reflejaban de maneras muy disímiles. ¿Todo escritor debe haber estado en el MP para saber qué pedo? No lo sé, pero muchos parecían no tener una peregrina idea. Por eso, Revista Migala abrió sus páginas a los policías y jueces de la ciudad, para que aprovecharan su derecho de réplica y explicaran un poco sobre su oficio, y nos cuenten de paso qué opinan de la literatura policiaca y del arte.
Antes de entrarle, todos los policias y jueces me pidieron no revelar sus identidades, y sus opiniones no reflejan necesariamente la opinión de la revista. Ahora sí.
¿Qué opina de que la mayoría de los policías y agentes en la literatura mexicana sean abusivos, corruptos o hasta drogadictos?
-Ahí si me vas a disculpar, manito, acá habrá muchos pinches locos pero no todos son tan así. Eso es lo que me hace enojar. O sea, tú me entiendes, estoy aquí desde las seis de la mañana y voy a salir a las seis del otro día, para que me salgan con eso; no veo ni a mi familia y luego dicen eso, o sea.
Una joven policía del Metrobús, con sus ojeras cubiertas de maquillaje, y sangoloteando enérgicamente una coca light.
-No, joven. Se me hace que no saben de lo que hablan.
-Pues así al chile, cabrón, a veces uno tiene que aflojar, ni todos los que agarramos son el Chapo ni nos pagan tan bien, y la neta, quién es uno para perdonar, si hace falta una lanita. Sí, para qué nos hacemos pendejos, como dices. Y de las drogas, ahí si quién sabe, cada quién con su pedo.
-Jaja, no, esos son los de la PFP.
Luego, más preguntas obligadas. Hablé un poco a los agentes sobre personajes flojos, obesos, e irresponsables. Entre enojados, irónicos y descubiertos me respondieron.
También he leído sobre policías perezosos, ¿trabajan mucho o sí descansan sus ratos?
-Es cansado, es cansado, mano, o sea, hay turnos muy pesados, ¿no? Hoy, por ejemplo, entré a las cuatro y quién sabe hasta a qué horas, ¿no?
-No, no, sí se trabaja mucho, luego ves a los compañeros dormidos pero es normal, a ver, párate a las tres y regresa al otro día. Yo me la llevo más leve, de juez estás un turno normal y ya sales, pero los compañeros sí se fletan, si no pregúntales.
-A veces sí está tranquilo, luego es más pesado y hay que fletarse; no sé cómo se imaginan a un policía dormido en la patrulla todo el día, seguro los escriben todos panzones y no siempre es así, hay unos que se descuidan, otros siguen cursos y se cuidan más, pues.
-No, ni saben qué pedo. Es una chinga. Ya quisiera ver a uno de esos cuentacuentos vigilando un turno de 24 horas. No está bien que piensen así de uno, todos la tenemos igual de cabrona.
Ya ensalsados en su papel, me contaron algunas anécdotas de su trabajo; les dejo a su jucio pensar que exageran o no.
–Una vez, ya bien entrada la madrugada, se querían meter dos chavos a la estación del Metrobús, estaban jalando la cortina, entonces salí a ver qué se traían, y ya se calmaron tantito y me dijeron que me daban una esclava para que los dejara dormirse aquí. Como los vi que estaban drogándose, estaban moneando, pues, llamé a una unidad para que los trasladaran. Ahí sí, para que sigan diciendo que todos somos corruptos y siempre estamos dormidos. Pues se pusieron tercos con que querían entrar y me salieron al brinco. Te juro, mano, que me tuve que despachar a los dos en lo que llegaba la unidad, yo no me iba a dejar.
¿Y cómo los controló?
-Ya ves, una tiene sus secretos. Para eso me voy seguido a capacitación y es importante estar en forma. Además estaban todos desconectados los chavos y no hubo bronca.
-Me han pasado cosas muy gruesas, uno siempre tiene que estar atento. Y ahí no hay de que con una lanita, te pones al tiro o te truenan. Fíjate, ¿ves esas cámaras? Pues estaba en la unidad con mi compañero ya nos echaron la llamada, que dos sujetos habían robado un auto, que sacaron a los pasajeros con pistola en mano y todo. Entonces ahí vamos, le cerramos el paso al carro en la esquina y se intentaron dar la vuelta, ya había más unidades cerrándolos y se bajaron para echarse a correr. El que traía el arma me apuntó, yo me acuerdo. No sé ni en qué pensé, pues. Total que nos cubrimos y disparó el chavo. La neta qué buey, se le echaron encima rápido y ahorita ha de seguir en el reclu. Esas sí no son de con un billete la libran.
-Yo no he tenido hasta eso tantas broncas, como estoy aquí adentro en el juzgado pues no pasa de que me hagan un drama y así. Y a veces sí te conmueven y dices “pobre gente”, ¿no?, y ya los dejas. O si te caen mal, derechito pa’ dentro. Hay unos que no la libran y te amenazan de que conocen a no sé quién y que según te van a chingar, pero no pasa de aguantarlos. Si alguno se pone loco seguro le ponen una masajeada acá. Pero te digo que no pasa. Casi todos son muy buena onda conmigo. Cuando estaba con los vagoneros en la línea tres, ahí dejábamos salir a todos los menores de edad, es la normatividad, ¿no? Luego sí hay que llevarse a algunos al torito pero casi no, es como la cuota. Entonces los chavitos me agarraron cariño y tiro por viaje que los traían acá me regalaban algo de lo que traían. Que si chocolates, que si las pelotitas o cualquier fregadera. Eran bien lindos. Acá cae puro borracho y ratero.
-A veces sí pasan dos que tres cosas pesadas. Una co-rretiza, una pelea. Me acuerdo que una vez un cabrón me dejó el ojo como de santocristo. Hijo de su puta madre. Pero ni modo, así es esto. Y sí, chécate que sí es como dices. A veces te mandan y ni pedo, pero cuando no te mandan, tú los ves, pues ahí tú decides si te la juegas o no, cabrón. Esa vez de la pelea yo vi a dos chavos chupando en la calle y les tiré el choro de que los iba a remitir y uno se me puso nervioso y ni vi el chingadazo, yo los iba a dejar con que se pusieran parejos, y le salió más caro al cabrón, lo dejaron adentro por lesiones y cuanta madre, un rato se estuvo, seguro.
Lo último que les pregunté sobre su oficio fue: “¿Qué piensas cuando ves C.S.I. o series de policías en la tele? Y todos se rieron antes de contestar.
-Me gustaba la de “The Shield”. Obviamente no hay ningún compañero así de aventado, pero estaba guapote el pelón.
-Está lindo cuando me dicen mis hijos que si también uso bata y lupa en el trabajo. Una vez un vagonero me regaló unas lupas y las llevé a la casa y le dije a la nena que iba a revisar su ropa para ver si ya había cenado.
-¡No pus no, mano!
-Quién sabe, en la PFP sí están bien pinches locos.
Y esto con respecto a la literatura policiaca. Es difícil sacarles la sopa, pero cuando son sinceros, la mayoría de los agentes fueron muy amables, folclóricos pero buenas personas. Quizás haya otros más desgraciados, pero no sé, están en circunstancias muy complicadas y buscan su camino.
La entrevista prosigió con preguntas sobre el arte. Y no quisiera que juzgaran a estas personas de incultas por policías, a mí más bien me parecieron mexicanos promedio, y con cosas muy sorprendentes y mucha sensibilidad.
¿Qué opina de la poesía?
-Está linda, no sé mucho, hay cosas muy complicadas, pero me acuerdo de un poema de amor que me pasaron en la prepa, era de un italiano, creo. [¿Mario Benedetti?] ¡Ándale, ese! A mí me gustó mucho, me sentía soñada. Soy medio cursi.
Dicen sabiamente, piensa mal y acertarás…
-Uy, ni idea, me acuerdo de algo de “los amorosos” pero creo que el título nomás, y hasta ahí, eh.
-Pues de las clases de la primaria. Antes, no sé si ahora todavía, nos daban unos libritos, así chiquitos, con poemas, era el material de lectura. La verdad no me acuerdo de ninguno, joven, pero sí me gustaba.
-No, mano, qué pasó, la poesía es pa’ putos.
La culpa no siempre es de la sociedad, la poesía es muy poco difundida, entonces, les leí dos poemas, de Alí Chumacero, el “Poema de amorosa raíz”, y de Octavio Paz, “Decir: Hacer” del libro Árbol Adentro. Me dijeron lo que pensaban, primero del poema de Alí.
Poema de amorosa raíz
Antes que el viento fuera mar volcado,
que la noche se unciera su vestido de luto
y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo
la albura de sus cuerpos.Antes que luz, que sombra y que montaña
miraran levantarse las almas de sus cúspides;
primero que algo fuera flotando bajo el aire;
tiempo antes que el principio.Cuando aún no nacía la esperanza
ni vagaban los ángeles en su firme blancura;
cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios;
antes, antes, muy antes.Cuando aún no había flores en las sendas
porque las sendas no eran ni las flores estaban;
cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,
ya éramos tú y yo.
-Ese sí está bien bonito. Hasta me puse colorada. Te digo que sí me gusta la poesía, dice cosas muy bonitas, y la manera como termina. Qué padre.
-[después de aplaudir] ¡Qué bonito! Es muy bueno, anótame aquí de quién es. Nunca busqué un libro de poesía, no sé, ni cómo se llaman los autores ni nada. A ver cuáles me recomiendas. Es que sí, luego sí hace falta que te digan, porque sí es como dices, casi no sale nada de eso en la tele.
-Está muy bueno. Ese sí sabe qué onda con el amor.
-Te digo que no me late. Sí está muy bien hecho, y seguro pega con las chavas, ¿no?, pero así de leerlo yo por gusto, quién sabe.
Luego, su opinión de la obra de Octavio Paz.
Decir, hacer
A Roman Jakobson
Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es un decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos
y los desteje.
La poesía
siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan
las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos
tocar
el cuerpo
de la idea.
Los ojos
se cierran
Las palabras se abren.
-Ah canijo; me gustó más el otro, a ver, léemelo otra vez. [relectura hecha] No, no sé, no me mueve tanto, suena padre también pero es una cosa como más intelectualodie, ¿no?
-Ay no, a mí me gustan como el otro que dijiste. ¿Ya ves? Ya estaba pensando en irme por un libro de poemas y ahora no sé, si me sale uno así me va a dar flojera. No sé para qué se complica tanto, el otro es sencillo y bien bellísimo, y según Octavio Paz es muy famoso y muy bueno.
-Ese me gusta más, fíjate. A veces uno se siente inquieto, no sé si sea filosofar, pero piensas en por qué hablas, qué es lo que dices, cómo le pones nombre a las cosas. No sé, está bueno. No lo conocía. Sí me gustó.
-¿Qué pedo con ese cabrón? Ni rima ni nada.
Y sobre el arte, ¿qué pintores, ilustradores, fotógrafos conocen? Ya después de todo, la vida de acción y lucha por la justicia no afecta mucho sus intereses o sensibilidad. La jueza estaba haciendo trenzas con papel de reuso, el vigilante del metro estaba escuchando salsa con sus audífonos, y así son. ¿Por qué en ninguna novela sale un policía chiflando “te va a doler” de Maelo Ruiz, o una jueza hablándole a su hija cuando sale de la primaria? Hace falta pensar en por qué los puercos se porten como puercos.
-A mí me gustan mucho los murales de Bellas Artes. Me acuerdo que mi papá me llevaba de chiquita. Ya tiene mucho que no voy; y a museos, ni se diga.
-Soy fan de Frida Kahlo, mira, hasta tengo una cartera de ella. No conozco mucho, hace poco fui a la exposición de las acuarelas de Marilyn Manson, que mi hijo quería que lo llevara, y sí me gustaron, vieras. También había unas esculturas bien padres.
-Me acuerdo que hace unos años se puso muy de moda Manuel Álvarez Bravo. Y tanto lo sonaban que fui a una exposición suya. Y me pasó bien chistoso, que fui a Oa-xaca en las vacaciones, después de ver la exposición, y me encontré que se la habian llevado allá también, y volví a entrar a verla. Me gustaron mucho sus fotos, sus mujeres y las flores.
-Pues fíjate que me gustan mucho los grafitis. Luego he tenido que torcer a dos que tres cabrones, pero si lo hacen bien me cae que los paseo y ya. Hay cosas muy buenas.