Hay que reconocerlo, los humanos somos criaturas muy cagadas. Changos con un buen truco que engañaron a la naturaleza, llegaron muy lejos y ahora se creen la gran cosa. Pero estamos a punto de arruinarlo y todo por vender pinches banners.

“Así es como acaba el mundo. No con una explosión, sino con un :v”

Todo empezó cuando inventamos un lenguaje para transmitir conocimiento y luego formas de transportar ese conocimiento a través del tiempo, en materiales que vivieran más que la carne y hueso de un solo hombre; para construir sobre el conocimiento de humanos muertos que aprendieron de otros humanos muertos y así.

Ese es el truco del chango, simple pero efectivo. Otras ventajas evolutivas parecen más obvias, como garras afiladas o visión nocturna, pero la próxima vez que veas a un lobo, pregúntale cuál es su expectativa de vida. ¿Cómo, no saben contar? ¿Entonces cómo miden los likes que reciben sus tuits? ¡¿Cómo, señor lobo, no tienes Twitter?!

No, ni Internet, ni sociedades, ni agricultura, ni la habilidad de construir sobre el conocimiento que todos los lobos que vivieron antes de él han recolectado.

Ni Chips moradas, el mejor invento de la química moderna después de la penicilina.

“No tan rápido” te diría el lobo. “Yo llevo en esta tierra algo así como cuatro veces más tiempo que tú, porque me adapto a los cambios que la Tierra me arroje. Al fin que el planeta no cambia tan rápido. Tú la tienes más difícil, porque transformas constantemente el ambiente al que debes adaptarte y no hay organismo que evolucione tan rápido.

El oso polar no quería decir nada, porque le da pena, pero bájale a tus emisiones de carbono o nos vas a matar a todos.

“No sólo eso, además existes dentro de un mundo imaginario del cual dependen todos tus otros inventos y que se transforma con cada generación. Tú le llamas “sociedad”. ¿Qué va a pasar cuando tu medio ambiente evolucione más rápido de lo que puedas adaptarte?”

No es la primera vez que te pasa. Llevas 65 años dentro del experimento de existir con armas nucleares y hasta ahora no has vaporizado a tu especie entera. Qué suerte que antes de descubrir la fusión, descubriste la diplomacia, la paciencia, el honor y la tolerancia. Todo tipo de malabares interpersonales que hicieron del mundo un lugar más tolerable y seguro.

¿Pero qué ocurre si tu experimento más reciente te arrebata las mejores partes de ser humano?

No sólo es el Internet o las redes sociales. Un ingrediente fundamental de este coctel apocalíptico es el capitalismo, esta nueva religión tuya, donde el dinero es Dios y el que se muera con más juguetes, gana.

¿Cómo te ha tratado, ya hay libertad y prosperidad para todos los humanos? ¡¿Cómo de que el 80% de ustedes son pobres?! ¿Y sólo el 1% posee la mitad de la riqueza del mundo? ¿Y aún así los defiendes?

Bueno, no te culpo, seguro eres uno de ellos. Bien por ti.

Eso significa que tienes una gran posibilidad de entrarle a este experimento de las redes sociales. Si no es así, vende tus minas de carbón y compra un lugar en la mesa de juntas de los directivos de Facebook, porque lo que allí se decida le dará forma al destino de la humanidad.

Unas cuantas compañías controlan la experiencia humana para el resto del mundo y no entienden muy bien lo que están haciendo. Facebook, Snapchat, Twitter e Instagram se sienten casi como la evolución natural de la comunicación entre humanos: de la carta al telégrafo, luego al teléfono y ahora dos billones de personas, un tercio de la población del mundo, está conectada todo el tiempo. Te levantas y revisas notificaciones, te duermes y checas que no se haya quedado un solo puntito rojo en tu teléfono, porque ese es el truco del mono: nos encanta comunicarnos.

¿Cómo más ibas a sobrevivir en medio de la jungla sin garras ni visión nocturna? Necesitabas la ayuda de tus amigos monos, y desde que tenías cola, durante millones de años, has aprendido que lo único que necesitas en este mundo desechable es conectar con otros seres humanos.

Ahora tienes un bloque de vidrio y COLTÁN en tu bolsillo que te permite hacerlo las 24 horas del día. ¿No me crees? Sácalo. Si le picas la pantalla en el orden preciso, un señor va a llegar a tu casa con pizza.

Tienes software conectado a una red global que te permite acceder a todo el conocimiento que hemos guardado colectivamente, desde cómo crear fuego hasta trucos para el fidget spinner. También hay fotos de la boda de tu ex. pero esas casi nunca las visitas, ¿verdad?

El único punto flojo de estas redes es que no se operan solas. Igual que tus logros más impresionantes, necesitan de la colaboración constante de miles de personas, ¿y cómo vas a convencer a tanta gente de sacrificar varios años de su tiempo limitado en esta vida para mantener en funcionamiento la comunicación del mundo entero?

Ah, claro.

Netflix más o menos lo tiene cubierto: “tú nos das dinero y nosotros te damos acceso a más entretenimiento del que podrás consumir en toda tu vida.”

Facebook y Google la tienen un poco más difícil, porque sus servicios son “gratuitos”. No pueden cobrarte por compartir las fotos de tu fiesta de año nuevo porque entonces el mundo sería un lugar más chid… digo, aburrido. Nadie lo usaría.

“¿Cómo, cuesta diez pesos el tweet? Mejor me la pienso dos veces“

La solución de Facebook y Google fue vender publicidad. Google le cobra a los anunciantes y luego le da un porcentaje de sus ganancias a los creadores de contenido. Facebook le cobra a los anunciantes por crear contenido gratuito y publicarlo, en la esperanza de que les pongas atención mientras tratas de enterarte de la vida de tus conocidos.

Sólo Dios sabe qué modelo funciona mejor.

Pobre Twitter, su negocio es dejar que un montón de organizaciones sin ética generen miles de bots para imponer por los números su propia versión del mundo, mientras un montón de famosos locales inventan ingeniosos aforismos para lamentarse por el estado actual de la sociedad.

Sense8

El punto es que, al final del día, todas estas plataformas se alimentan de atención. Entre más ojos puedan poner sobre la publicidad de sus patrocinadores, más recursos tienen para seguir creciendo.

Pero la atención no es infinita. Al día tienes sólo 24 horas, y el tiempo que no le des a Google, se lo tendrás que dar a Youtube, o a Twitter, o a… no sé, vivir una vida satisfactoria. En una entrevista reciente, el CEO de Netflix dijo que sus principales competidores eran Facebook, Youtube y el sueño.

Cuando los recursos son limitados, la competencia se vuelve más feroz, así que cada compañía tiene su propia solución para mantenerte frente a la pantalla, su pantalla, por la mayor cantidad de tiempo posible: un algoritmo.

Este algoritmo es un pedazo de software que aprende, se adapta a ti. Si nota que hoy te detuviste a ver un video de unos cholos peleando, mañana te va a poner dos. ¿Le diste like a “Memes Depresivos para una Vida Fácil”? Mira, tal vez te interese esta página, se llama “Memes tristes que ni son tan graciosos pero, ¿cómo más voy a hacer que la gente note esta tormenta que me ruge dentro del cráneo?” Oh, mira, noté que estabas cotizando una cuerda y barbitúricos. Mercadolibre los tiene más baratos. ¿No te interesa mejor una pistola?

Es una guerra encarnizada y se lucha por todos los frentes: Un psicólogo descubrió que las notificaciones en rojo provocan un sentido de urgencia y estrés, así que las notificaciones rojas de Facebook se empezaron a comer el mercado y ahora todas las notificaciones son rojas.

Algún científico social en Twitter descubrió que el torrente infinito de tweets puede volverse adictivo si dejas que el usuario jale hacia abajo la pantalla para mostrar más. Con ese gentil movimiento del dedo, tu amígdala se vuelve loca y ahora todas las apps tienen ese feature.

Facebook quería un poco de esa libertad creativa que nos dio Snapchat al advertirnos que nada de lo que grabemos durará más de un día en línea… bueno, quería la atención que generaba. Como Snapchat no se dejó comprar, Facebook sólo les robó la idea y, al borde de la quiebra, Snapchat tuvo que recurrir a medidas desesperadas.

Y no hay nada más peligroso que alguien sin nada que perder

Aquí en México no pasa tanto, pero en Estados Unidos, la aplicación de mensajería más popular entre adolescentes es Snapchat, porque si platicas dos días seguidos con tu crush, formas una racha, un streak. Si hablas diario con tu mejor amigo, o con tu novia, tu streak se hará más grande. Perder una racha de dos días no importa tanto, ¿pero una de 150? ¿Qué significa si mi crush y yo dejamos de hablar hoy, después de 200 días seguidos?

Sólo una frase al azar. Nada qué ver por aquí.

En esta guerra nadie gana. Se sobrevive con adicción.

La clave de la popularidad es poder conectar con lo que muchas personas tienen en común. ¿Y acaso hay algo más relatable que nuestros instintos más básicos?

Puedes ser muy sutil. Puedes publicar un video sobre “10 tipos de personas que ni de chiste deberían usar leggings”, para que aparezca en el feed de los millones de adolescentes que han estado googleando leggings y se detendrán a preguntarse “¿una de esas seré yo?”.

O puedes cerrar un capítulo de mediocre entretenimiento sobre zombies con un personaje que está a punto de morirse y… ay, espérate al próximo episodio. ¡Mira qué suerte! Empieza en quince segundos.

Te estoy viendo, The Walking Dead

Creadores, programadores y diseñadores te observan todo el tiempo. Detrás de ellos hay cientos de ingenieros, expertos en comportamiento humano, que le dan tu experiencia en línea a un algoritmo para que invente formas más ingeniosas de capturar tu atención.

Y sé lo que estás pensando, “no a mí, yo tengo libre albedrío y soy más listo que el mono promedio” pero es porque todavía no lo entiendes bien, homínido. El contenido y los algoritmos no te hablan a ti, le hablan a tu cerebro de chango, a esa canica en el centro de tu cerebro que te dice “las grasas y azúcares son escasas, las necesitamos” y te mandan al McDonald’s tres veces por semana.

Mira, la causa y solución de todos tus problemas.

Y tal vez te preguntes “¿No podemos sólo acostumbrarnos y ya?” Tal vez este era el destino de la raza humana desde un principio, pasar el día pegado a distintas pantallas, en un maratón de contenido eterno, cada vez más corto, cada vez más primitivo.

¿Pero por cuánto tiempo? Estas plataformas requieren de una sociedad, ¿pero qué tal si al mantenerlas vivas erosionamos sus pilares más básicos.

¿Te gusta la democracia? Creo que es un crímen decir que no.

Bueno, hagamos de cuenta que la democracia es buena. Una comunidad dialoga, escucha las necesidades del otro, llega a un acuerdo y escoge a un representante. ¿Qué podría salir mal?

Imagínate que la forma en la que te enteras de lo que está pasando en el mundo es Facebook, pero el algoritmo sólo te muestra contenido que confirma tu versión del mundo, porque tú ya dijiste que ibas a bloquear a todo aquel que osara siquiera insinuar que la nueva película de Star Wars no es un montón de basura en llamas.

Y está bien si quieres ser intolerante con otros gustos cinematográficos, pero no está bien cuando cambias a Star Wars por migrantes o comunistas o mujeres. El que te de más miedo.

Pero el miedo se siente mal, el odio se siente rico y de pronto ya no temes al otro, sino que lo odias. “Putas feminazis, quieren cortarnos el pito a todos”; “y putos migrantes, quieren violar a nuestras mujeres”; “y sí, ya sé que me contradigo, pero mi capacidad de atención ahora es de cinco minutos y se hace más chica todos los días”.

Entonces llega el día de las elecciones y tú estás aterrado de un mundo que sólo existe en redes sociales, así que no votas por el candidato que cuide mejor tus intereses, sino por el que le haga más daño al otro porque MIRA EL CANDIDATO DE LOS OTROS, NOS QUIERE CONVERTIR EN VENEZUELA Y LO APOYA DONALD TRUMP…

El concepto abstracto de ironía vio esto y le explotó la cabeza.

¿Cuándo fue la última vez que te sentaste dos horas a leer un libro chingón sin interrupciones? ¿O la última vez que te sentaste en medio de tu casa, sin nada que hacer, y te picaste la nariz mientras te dabas cuenta de que tus pedos más urgentes son en realidad cosillas bien intrascendentes?

¿Cuándo fue la última vez que recibiste un mensaje de un ser muy querido y entraste en pánico porque no sabías qué responder, pero estabas en chinga en el trabajo y todo el mundo en Twitter hablaba de Aziz Anzari y aún tenías pendiente leer qué había pasado antes de gritar a los cuatro vientos tu brevísima opinión sobre el tema, así que respondiste con un mensaje todo apresurado, que no engloba la complejidad de lo que sientes por esa otra persona y del que te arrepentiste inmediatamente? ¿Cuántos artículos interesantes tienes guardados y sin leer desde hace meses?

Te burlas de nosotros, homínido, pero hace párrafos que se te olvidó que este texto está escrito desde la perspectiva de un lobo. Las cosas chingonas de esta vida toman paciencia y la tuya la desperdiciaste viendo anuncios.

O “noticias”, que les llaman.

Los medios que sí hacen dinero tienen miedo de explicarte un problema urgente pero complicado, como este, porque sus tablas de Excel dicen que no lo vas a leer. Evolucionaste de una raza de creadores pero te entrenaron para consumir indefinidamente. Antes tenías valores y convicciones, pero tu último tuit no se ganó tantos corazoncitos. Solías tener autoestima, pero sólo tus fotos con filtro pasan de los diez likes.

Podrías utilizar esta tecnología para organizar a las grandes masas de la humanidad y resolver los problemas que amenazan tu supervivencia. Mira, detrás de ti, es el calentamiento global.

Trajo a su prima, la desaparición de las reservas de agua potable del mundo.

Pero colectivamente estás construyendo una herramienta de vigilancia y control que te conoce mejor que tú mismo, te vigila las 24 horas del día y está al servicio del que tenga más dinero y menos escrúpulos.

Pero no me hagas caso a mí, yo soy sólo un lobo. Créele a los cientos de ingenieros y desarrolladores que están abandonando sus empresas porque vieron el futuro que le depara a la humanidad y no les gustó. Juntos crearon una organización llamada Time Well Spent, a la que muchos se refieren como “lo más cercano que Silicon Valley tiene a una conciencia.”

O a los inversionistas de Apple que le pidieron a la compañía ayudar a controlar la adicción de los jóvenes a sus dispositivos. ¿De qué sirve un adicto si aún no está en edad de ser consumidor?

“¿Alguien por favor quiere pensar en los niños?”

La lucha por la dignidad humana no está perdida. Time Well Spent tiene una serie de recomendaciones que los amos de la atención del mundo podrían aplicar para hacer la experiencia en línea más humana, menos adictiva.

Pero en lo que el Sr. Burns se pone de acuerdo con sus amigos para renunciar a su próximo peine de oro, también hay algunas medidas que tú puedes tomar para recuperar el control de tu atención y tu tiempo.

Vale la pena visitar esos links y seguir las instrucciones para cuidar de tu mente. Si lo piensas, es lo único que tienes.

O no los leas. Deja que la tecnología erosione a la sociedad. Consume hasta que el libre mercado te arrebate todo lo que te hace humano.

Y entonces será mi turno de regresar a la cima de la cadena alimenticia.