Skyfall



Nunca me han entusiasmado las películas de la franquicia James Bond, por lo mismo que nunca me han entusiasmado las novelas de Ian Fleming, soy más bien el tipo que lee a le Carré. Sin embargo cuando vi que la nueva entrega del 007 (Skyfall, 2012) iba a ser dirigida por Sam Mendes (Belleza Americana, 1999) decidí que me tragaría mis prejuicios con un bonche de palomitas. Mendes cumplió con su contrato, al entregar una película que te da lo que buscas y algo más, aunque no considero que la premisa de Skyfall se haya cumplido. La idea era entregar a un James Bond más humano, vulnerable, plausible, sin que dejara de ser Bond. El problema es que el personaje original de Flaming es un super héroe, y a pesar de que puede ser “humanizado”, siempre gana al final. Es una franquicia, sabemos lo que queremos ver, igual que en una película de Wes Anderson.

Moonrise Kingdom


Sé que lo voy a decir causará correos electrónicos de odio, pero después de un tiempo me darán la razón. Cuando uno decide ver una película de Wes Anderson sabe qué es lo que va a obtener: un melodrama con una estética camp, protagonizado por personajes fuertes que claman por Prozac. Por fortuna Anderson siempre busca alguna variante, en el caso de Un Reino Bajo la Luna (Moonrise Kingdom, 2012) encontramos a una pareja de amantes pre púberes en busca de un lugar para ellos mismos, mientras escapan de quienes los aman, e incluso de un meteoro (fenómeno meteorológico, no una piedrota). Aunque hay un montón de gente a la que le gusta todo los que hace Wes Anderson, el ritmo, los colores, la cadencia, y la crueldad de sus películas, no creo que sea su mejor obra. Sólo te sientas ahí y escuchas lo que unos niños-adultos tienen que decir sobre el amor descarriado, mientras te preguntas si Wes Anderson es responsable de la popularidad de Instagram. Lo digo en serio, al grado que me preocupa que Ben Affleck logre opacarlo.

Argo


Sí, Ben Affleck, el ex de J-Lo, el que hizo Daredevil (2003), el que convirtió la fantástica novela Gone Baby Gone en una película insufrible, también es amigo de Kevin Smith, autor del guión de Mente Indomable (Good Will Hunting, 1997), y la persona que me causa más sentimientos encontrados en este planeta. Hay que ver Argo (2012), así de simple. Affleck demuestra que sabe dirigir desde el principio en el que la pantalla negra muestra un antiguo logotipo de los estudios Warner y tu mente se sitúa en el imaginario visual de finales de los años setentas. Esta película que cuenta cómo un agente freelance de la C.I.A. emprende una arriesgada operación para sacar a algunos norteamericanos de Irán durante un momento de turbulencia política. No sólo eso el diseño de la producción fue meticuloso, las actuaciones te hacen sentir vivo, hay muchos momentos que estas a punto de gritar por la tensión, sientes que no estás perdiendo el tiempo en el cine, que hay gente que ama y se siente responsable con esta forma de arte. Sin duda, el próximo año veremos esta película de Affleck entre las nominadas al Oscar. Lo mejor de todo es que Argo no es una apología de las cerdadas de la C.I.A. Gracias Mr. Affleck. Vayan y verán a lo que merefiero.
Bueno, una vez que hayan visto Argo, y tengan ganas de ver otra película de espías de carne y hueso, vean El Espía que Sabía Demasiado (Thinker Tailor Soldier Spy, 2011), basada en una novela de John le Carré. Preciosa, aunque no es para todo el mundo, es para personas a las que le gusta pensar, e imaginarse a sí mismas como un maestro de inglés en una escuela de Berlín durante los años sesenta.