Texto originalmente publicado en 7boom antes de que se dedicara a mendigar tráfico con contenidos basura y clickbait.
No digo que todo estuviera mal, hubo un par de piezas, en un par de galerías que sí me gustaron, pero seamos honestos: MACO es un lugar aburrido, lleno de gente horrible y sólo fingimos que nos gusta porque es arte y no queremos parecer incultos.
Publicidad disfrazada de arte
Entré a MACO con la mente abierta y en la mejor disposición, lo juro. Apenas pasé las mesas de prensa, esta fue una de mis primeras impresiones de la feria:
Pensé: “no te claves, José Luis, es sólo una activación. La feria tiene muchos patrocinadores, es normal que tenga publicidad”. No tengo problema con eso, la bronca viene cuando el statement de la obra comienza con el largo currículum de un joven artista y luego dice que es producto de “una sutil mezcla de tecnología, ingenio y poesía”.
Bitch, era un cuarto donde proyectaban motivos de corbatas.
Más adelante estaba esto:
Nike free store, la primera tienda flexible o algo así. Esa a huevo es una activación… pero no, incluso tiene una ficha con materiales, artista y todo:
Más cerca de la entrada estaba este performance de Chilango que no me pesa tanto no haber visto:
Y esto es simplemente absurdo, BMW.
No es sólo que sean activaciones disfrazadas de arte, por mí que las hagan pasar por bananas. Es simplemente que se siente mal, como prestarle dinero a un vato cuando ambos saben que no te va a pagar, pero él igual sonríe y finge que está en condiciones de fingir que puedes confiar en él. ¿Se imaginan a los creativos detrás de estas piezas? Se siente mal, insisto, como un trabajo perezoso; y lo peor es que probablemente no lo sea. Yo he trabajado en esas agencias horribles y después de una semana de salir diario de madrugada, esas mamadas empiezan a parecer buena idea.
Eso sí, aplausos para la tienda de Nike, que se las arregló para montar una zapatería dentro de una feria de arte. La gente sí estaba comprando zapatos.
Las piezas que son todas iguales y tratan todas de lo mismo
Estaba frente a esta instalación y decidí preguntar cuál era el statement.
El chico relamido que pusieron en el booth tenía cara de que le hubiera preguntado por el color de sus calzones, como si nadie le hubiera avisado que probablemente tendría que interactuar con otros seres humanos. Murmuró unas cosas, no traía postales, el catálogo sólo tenía los precios y luego buscó en su iPad hasta que encontró el statement.
Breve duda: ¿Entonces cómo hace la gente para comprar piezas si no hay un statement a la vista?
El texto decía algo sobre “experimentación del espacio con la forma y la textura… búsqueda de relación entre los elementos… etc.”
Del otro lado de la feria estaba esta otra instalación, completamente distinta.
La chica del booth era más amable y tenía una versión impresa del statement que decía algo como “experimentación del espacio con la forma y la textura… búsqueda de relación entre los elementos… etc.”
Entonces, en una galería cuyo nombre no me aprendí porque la vida es muy corta para esas cosas, había un círculo de libros, unas manos de yeso y esto: una placa de concreto en la pared.
Pensé “esto tengo que leerlo”.
La pieza trataba sobre “la celebración de los objetos encontrados… la descontextualización de espacio y tiempo de elementos cotidianos… hallar el valor estético de los elementos de producción industrial, etc.”.
Muy interesante, aquel era un bloque de concreto lleno de significado.
A unos cuantos booths de distancia me encontré estas cabeceras de asiento para carro sobre unos pedestales:
Pedí el statement, las chicas del booth eran muy amables pero no tenían nada impreso, así que también me prestaron su iPad, no había un texto sobre la pieza, pero sí sobre la obra de la artista, que trataba de “la celebración de los objetos encontrados… la descontextualización de espacio y tiempo de elementos cotidianos… hallar el valor estético de los elementos de producción industrial, etc.”
Todas serán iguales pero me enamoré de esta pieza. Consta de tres partes. Primero unas cañas en una esquina:
Luego, de las cañas sale una línea dorada que da a la pared:
Y detrás de la línea, en una esquina, tenía esto:
Una pecera con una roca.
No había ficha, no había statement, ni siquiera un título (en serio, pregunté por todo eso), es la broma que siempre quise hacer: un montón de elementos aleatorios ordenados para dar la impresión de que el conjunto tiene sentido, nada más para ver cómo los coleccionistas se le paran enfrente y se rascan la cabeza tratando de comprender.
Genios.
Las piezas que se siguen haciendo desde hace 10 años
¿Se acuerdan de cuando se hacían un montón de esqueletos forrados de espejo? Esta vez sólo hubo un cráneo:
El jueves leí algo en redes sociales sobre discos de acetato recortados y pensé “cómo son exagerados, ya nadie hace eso”.
Y lo que el mundo necesitaba: ¡otro letrero de neón!
Neta, ¿cuál es el sentido de esto? La pieza estaba en el pabellón de rebajas “2,500 USD or less”; por ahí tengo la tarjeta de un vato que hace letreros de neón y uno de esos saldría como en 1,500 (pesos).
Los payasos que critican sin saber
Imaginen frente a estos dos cuadros la siguiente escena:
Chico: (tras un largo suspiro y con la voz apresurada, con aire de descubrimiento) ¡Me encanta! ¡Es bellísimo!
Chica: (temerosa) ¿En… en serio? A mí no tanto.
Chico: (aún con el espíritu de epifanía en la voz) Sí, ¿A ti no te gusta? Mira el color, ¡qué fuerza tiene! Y los tonos que alcanza…
Chica: (fingiendo) ¿Sí, verdad? Es que ese no es muy mi estilo.
Escuché esa conversación unas cinco veces frente a cuadros iguales.
Luego, solitarios en un booth, reposaban estos objetos:
Eso y unos douchebags burlándose frente a la chica del booth “jaja, mira, un bote de 3,000 dólares… qué tontos son los artistas”.
Me parecía injusto brincar a las conclusiones sin mayor información, así que le pregunté a la chica por los zapatos. Ella me contó que no son elementos individuales, que todas las piezas en conjunto trazaban un mapa mental de los recuerdos de la artista en Nueva York a través de objetos que llegaron a ella durante un periodo difícil de su vida.
Igual no me impresiona, pero ahora sé por qué.
Breve duda para coleccionistas: Si compro una pieza de estas, ¿van y la montan en un cuarto de mi casa?
El arte autista
Imaginen que tiene un hijo, es un chico muy callado, se comunica poco, no tiene muchos amigos, pero es un muy inteligente y traza mapas visuales a partir de los instrumentos de una canción de pornogore:
O tal vez hace esculturas y dibujos de unidades de medida:
Puede que su afición sea recortar palabras de periódicos y ordenarlas por campos semánticos.
Hay casos graves donde el sujeto se obsesiona con tareas como llenar una hoja con símbolos de una máquina de escribir.
Ese se ve sencillo, ¿pero cómo hicieron éste?
El arte perezoso
Yo tengo la siguiente teoría: Si tu obra consta de unas fotos como estas:
y un texto como éste:
y tu obra sólo tiene sentido si el espectador terminó de leer el capítulo de tu tesis que colgaste en la pared, entonces estás presentando mal el tema.
Debe haber un modo más interesante, estoy seguro. El texto decía algo sobre Chile y unos meteoritos, quizá con fotos bien tomadas del meteorito, o video, o casi cualquier otro modo de presentar la historia, a la gente le interesaría saber más. La vida puede ser aburrida, el arte no.
Luego hay piezas como esta, que es una llanta adornada:
Había expuestas tres de estas y las tres se llamaban “Ocio atroz”, lo cual me parece un chiste de muy mal gusto a costa del incauto que las compre.
El término favorito de la feria fue “post conceptual”, que en cristiano quiere decir “lo que me dé mi pinche gana es arte porque tengo una hoja que explica por qué”, como estas dos líneas que se llaman “Sin título”
O este montón de papel arrugado que se llama “Integridad”.
O este pedazo de plafón sobre un lienzo, cuyo autor no recuerdo porque la sabiduría impone límites al conocimiento.
Estoy intentando, se los juro, pero quizá nada de esto me hace sentido porque no soy tan inteligente como estos artistas.
El arte cínico
Estos son los peores. Su arte sale de la categoría de “cosas que yo pude haber hecho” a la de “cosas que no hago porque tengo escrúpulos”.
Sé de buena fuente que Satanás está remodelado el Infierno porque necesita un círculo extra para estos payasos. Marcel Duchamp los mira desde su tumba y se retuerce por el daño que su influencia le ha hecho al mundo del arte. Esto es una piña pintada de negro:
Cuesta 8,000 euros.
Esto es una varilla con una llanta:
Cuesta lo mismo que una Fisicromía de Carlos Cruz Diez.
¡UN RESORTE! ¡UN PUTO RESORTE EN UNA CAJA! ¡EL EMPERADOR ESTÁ DESNUDO, MALDITA SEA!
Y claro, todos tratan sobre la descontextualización de objetos cotidianos… descontextualícenme esta. Estos artistas son unos cazabobos, viven de becas y del favor de los incautos millonarios que les compran sus chistes porque no los entendieron. El mundo del arte es un mundo lleno de canallas, pero estos son los peores.
Mención honorífica para el arte “transgresor”.
Te estás burlando del mundo del arte dentro de una feria que vende resortes en cajas a 5,000 dólares. No me impresiona.
Cierto, es un mundo absurdo y construido sobre un delicado balance entre canallas y tontos. ¿Debería acabar? No sé, yo mismo espero algún día vender un par de piñas negras y comprarme una pieza de Cruz Diez, o pagar diez años de renta (salen casi igual). Mientras los jóvenes y la gente lista no se deje engañar, no veo el daño.
Y esto definitivamente debe acabarse. No convirtamos a nuestra infancia en un montón de esnobs insufribles que compran basura sobrevaluada.